LA ÚLTIMA TENTACIÓN DE JAVIER GUERRERO RUBÉN OLVERA MARINES

26 mayo 2017
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Los simpatizantes del movimiento independiente en Coahuila ven algo en Javier Guerrero que se les escapa a los columnistas y partidos políticos que apuestan por su declinación: el de San Pedro de las Colonias está jugando a ganar-ganar. Si los electores le otorgan el, podríamos presenciar una de las mayores transformaciones en la forma de hacer gobierno de las que se recuerden en el estado; si el 4 de junio el no al independiente se impone, pero se logra arrebatar un interesante número de votos a los partidos, el arrojo de quienes integran el movimiento podría transformarse en una conciencia de cambio, funcional para el fortalecimiento democrático, con un futuro prometedor para próximas elecciones.

En todo caso, el hecho de declinar por un partido contradeciría el discurso que Javier Guerrero ha asumido –recientemente con más precisión y energía− en contra de la lógica partidista que intenta sobrevivir. Si se declina, independientemente del partido que resulte ganador, se estaría reforzando el sistema al que Guerrero renunció y pretende transformar. En cambio, aun perdiendo, el tesón de los grupos independientes podría volver poroso al establishment bipartidista que caracteriza al Coahuila de los últimos sexenios.

Si Guerrero gana perdiendo, ¿cuál podría ser entonces un poderoso incentivo para declinar? Es cierto, la alternancia en un valor preciado para la mayoría de los electores coahuilenses. Y también es cierto que el sampetrino ha insistido en que él y su movimiento no se convertirán en un obstáculo para la democratización del estado. Sin embargo, a lo largo de la campaña por la gubernatura, han sucedido dos cosas que modificaron la graduación de los cristales a través de los cuales el movimiento independiente observa la alternancia.

Primero. La imagen de la inminente derrota se ha transformado en un optimismo razonado. Es innegable que el movimiento cobró fuerza en las calles, presencia en las redes sociales e interés en el círculo rojo coahuilense. No podríamos asegurar que le alcance para competir con los grandes partidos. La mayoría de las encuestas no le otorgan más del 15%. Sin embargo, el movimiento se muestra lo suficientemente bien estructurado para sorprender o, al menos, pegarles un susto a quienes presumen encabezar las encuestas. Recordemos que Javier Guerrero es un hombre político, con experiencia en un sinfín de elecciones; sabe de cálculos electorales. Supongo que Carlos Rojas no vino a coordinar la campaña del independiente lagunero para terminar firmando una declinación.

Segundo. Es posible que, dados los acontecimientos de la campaña, el candidato independiente terminó convenciéndose de que la resonancia del cambio reside en la permanencia del movimiento, ya sea como gobierno o materializando una conciencia ciudadana opositora al régimen. Por lo que una eventual declinación, disolvería a las estructuras, liderazgos e intelectuales que se vienen sumando; en un escenario con el movimiento independiente segmentado, el bipartidismo se consolidaría como el centro gravitatorio de la política pública estatal. Llegar al final parece obligado.

¿Estamos pecando de ingenuos al suponer que Javier Guerrero resistirá la tentación de convertirse en el héroe de la alternancia en Coahuila? ¿Es tan alta su convicción por la falta de legitimidad de los partidos, que no le importaría poner en riesgo el cambio que, según las encuestas, anhelan la mayoría de los electores coahuilenses? ¿En realidad la declinación o la permanencia del independiente marcarían la diferencia el próximo 4 de junio?

La campaña del independiente está a punto (si es que no lo hizo ya) de cruzar el punto de no retorno. Las voces que entonan el voto útil nos recuerdan que aunque el 70% de los votantes le apuesten al cambio, sus esperanzas se pueden ver truncadas si el voto se fracciona en cuatro.

Sin embargo, el Corcel Negro parece no resignarse a ser un político común. Resistió la tentación de permanecer en el PRI y conformarse con un cargo menor. Evadió los ofrecimientos de algunos partidos para representarlos en la elección del 4 de junio. Para el optimismo independiente la declinación a favor de Guillermo Anaya o de Armando Guadiana es la última tentación que pondrá a prueba las convicciones de un insólito Javier Guerrero.

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