MAREMOTO DE VOTOS EN COAHUILA RUBÉN OLVERA MARINES

12 mayo 2017
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olvera1El mayor temor percibido por el PRI y el PAN en Coahuila es que el voto indeciso registrado en las encuestas, que fluctúa entre el 17% y el 30%, se manifieste durante la jornada electoral del 4 de junio en forma de un maremoto de votos antisistema.

Hasta ahora, la mayoría de las encuestas muestran un bipartidismo incontestable. En algunos sondeos, el PRI marcha a la cabeza, en otros el PAN.  Muy lejos, Armando Guadiana de Morena y el independiente Javier Guerrero. Por lo que, un corrimiento repentino de un segmento considerable del electorado al moreno o morado del espectro electoral coahuilense, al grado de colocar a cualquiera de ellos al tú por tú con los punteros, Miguel Riquelme o Guillermo Anaya, podría parecer, sobre todo para los fieles seguidores de las encuestas, un fenómeno remoto, una curiosidad política.

Sin embargo, los grandes partidos, que recientemente se vieron desplazados en forma inesperada por candidatos independientes en Nuevo León, y en ayuntamientos como Ciudad Juárez, Morelia, Cosío, entre otros, lo mismo que en Guadalajara, Zapopan y otros municipios de Jalisco que les fueron arrebatados por Movimiento Ciudadano, saben que un acontecimiento político de tal magnitud es poco probable, más no imposible. Y en tanto exista un fragmento de probabilidad, es digno de análisis y comentarios.

Porque si hablamos de encuestas, los mismos ejercicios que colocan a Riquelme o Anaya a la cabeza, también revelan que el 70% del electorado le apuesta al cambio, con un atractivo porcentaje de simpatías por las figuras independientes. Lo interesante sería conocer hacia dónde se trasladarán la mayoría de los electores que simpatizan con la alternancia.

En vísperas de la elección, cabe la pregunta: ¿deberían los punteros preocuparse por la posibilidad de un crecimiento repentino de una tercera opción que amenace al bipartidismo en Coahuila?

Si estuvieron atentos a lo sucedido en Nuevo León, el PRI y el PAN de Coahuila deberían registrar dos razones en sus cálculos electorales.

Por principio de cuentas, en fechas recientes las encuestas electorales no han sido capaces de predecir los corrimientos masivos del voto indeciso hacia opciones distintas del PRI y del PAN. Los indecisos que no revelan sus preferencias a las encuestadoras, podrían estar resolviendo su decisión el mismo día de las elecciones. Y si al efecto indeciso le sumamos un margen de voto oculto y otro tanto de voto útil, la fractura en el subsuelo político coahuilense podría cambiar drásticamente el escenario que vaticinan la mayoría de las encuestas. No sería la primera vez que las mejores casas encuestadoras y los partidos políticos fueran chasqueados por los electores que falsean su respuesta o que se reservan una contestación al momento tratar de averiguar sus preferencias.

Por otra parte, si la elección dependiera exclusivamente de las estructuras de los partidos, del voto militarte que se moviliza el día de la elección, esta columna no tendría ningún sentido, y sólo cabría esperar se accionaran las poderosas maquinarias electorales de los grandes partidos. Sin embargo, las cosas no van de esta manera, no es extraño que el voto de opinión, que busca liderazgo y propuestas de cambio, libre, esté ganando terreno al voto de pertenencia, burocrático e ideologizado. Los partidos electorales se muestran insípidos ante ciudadanos organizados que buscan alternativas no partidistas para la realización de sus demandas sociales. Aunque esenciales, los partidos ya no son los únicos instrumentos para la movilización del voto.

Como señalé, el escenario en donde una tercera opción, ya sea Morena o un independiente, sorprenda el 4 de junio, es remota, más no imposible. Los indecisos y apartidistas pueden brincar tan fuerte al grado de fracturar la corteza que sostiene a los ‘grandes’ partidos de Coahuila.

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