En Coahuila, uno de los pocos estados del país que no han experimentado la alternancia, con un electorado mayoritariamente inclinado hacia regeneración política, pareciera un territorio ideal para el arraigo de los candidatos independientes.
Esta lógica, sin embargo, nos obliga a cuestionar la naturaleza de las figuras independientes y su verdadera contribución para el fortalecimiento de la democracia. A los partidos ya los conocemos: su credibilidad, a la baja; su función como representantes de los intereses y los valores políticos de los electores, prácticamente evaporada.
En cambio, los independientes, en apariencia catalizadores de la rebeldía e insatisfacción ciudadana, se presentan, hasta el momento, como un vecino nuevo en el barrio: tímidos para hacer nuevos amigos y excesivamente prudentes al hablar y exigir sus derechos. No debería ser así. Los candidatos sin partido tienen en Coahuila una exigencia muy particular. Los ciudadanos esperan de ellos algo más que un discurso anti-partidos, quisieran verlos con el arrojo para cuestionar a todo el sistema clientelar, corporativo y vertical que los partidos han creado; que transmitieran una sólida visión para hacer un buen gobierno aun sin bancada y sin partido. Para recuperar la credibilidad derrochada, no basta con desaparecer los colores rojo, azul, moreno y amarillo de las banderas.
Mi opinión es que, hasta el momento, los independientes han quedado a deber. Sus discursos se asemejan más al clásico partido opositor, y distan de representar la desconfianza social hacia la política y el gobierno. El discurso anti-Moreira es rentable electoralmente, pero tiene un límite. Es cierto, la transformación de Coahuila principia por una renovación política, pero después ¿qué?
Se dice por ahí que es más fácil ser candidato que gobernador, alcalde o legislador independiente. Lo que nos lleva a formular una pregunta determinante: ¿basta con despedir a los partidos de las oficinas gubernamentales para que en automático se solucionen los problemas financieros, de educación o inseguridad del estado? Un auténtico movimiento social debe acompañarse de un conjunto de políticas públicas capaces de transformar al gobierno. Esperamos que en lo que resta de las campañas, los independientes presenten con más detalle su estrategia para gobernar Coahuila, y guarden para su equipo la estrategia con la que pretenden ganar las elecciones.
En realidad, y espero coincidir contigo, la mayoría de los electores desean un mejor gobierno, no importa que provenga de un partido o de un independiente. Sí estoy en lo cierto, cabe la segunda interrogante: ¿cuál es la propuesta de los independientes para que los ciudadanos recuperen la confianza en el gobierno? ¿Ciudadanizar la administración pública, transparentar el uso de los recursos, mejorar la prestación de servicios, combatir la impunidad, etc.?
Por último, al observar las encuestas electorales nos percatamos que en Coahuila predomina un anhelo de renovación política, sin embargo, sabemos que para las elecciones del 4 de junio, junto a los independientes, existen distintas opciones de cambio. Por lo que, la tercera pregunta para los independientes en Coahuila, podría ser la siguiente: ¿cuál es la diferencia de los independientes con relación a las otras alternativas de cambio? Los independientes has marcado perfectamente su raya respecto al partido en el gobierno, sin embargo, su estrategia discursiva no ha sido determinante para sellar la diferencia entre las “opciones de cambio de partido” y la “opción de cambio independiente”. Si la credibilidad de los partidos está a la baja, y si el rasgo diferenciador entre partidos e independientes es demasiado vago, los electores indecisos, apartidistas y enfadados con el sistema, no necesariamente optarán por la alternativa sin partido, en todo caso, ejercerán el voto útil e inteligente.
Tras el éxito electoral de El Bronco en Nuevo León, e impulsados por la desconfianza política que identifica a buena parte de los electores, el movimiento independiente se llenó de energía para enfrentar al poder financiero y organizacional de los partidos políticos en Coahuila. No obstante, considero que su éxito electoral dependerá de cómo y qué tanto conecten con una mayoría apartidista y deseosa de un cambio.
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