Hay quienes afirman que si a Coahuila lo hubieran gobernado como las dos últimas administraciones de Saltillo, otro gallo le cantaría a la deuda de la entidad. No es la mejor de las comparaciones, pero seguro es porque quienes lo hacen, extrañan que Isidro López y Jericó Abramo no aparezcan en las boletas electorales del 4 de junio.
En esta ocasión, al menos que ‘Lucho Salinas’ consiga lo improbable, no habrá un gobernador oriundo de la capital; avecindado, puede que.
El pueblo de Saltillo se ha vuelto bastante exigente respecto al perfil de quienes los gobiernan. Han experimentado la alternancia. Ejercen el voto de castigo. Levantan la voz cuando es necesario. El voto informado se agiganta en cada elección.
Por algo, a la capital coahuilense se le ubica como una de las ciudades más competitivas y habitables del país. La exigencia para que las autoridades mejoren la prestación de los servicios públicos y administren de manera eficiente y transparente los recursos, es cada vez mayor. Como que llega un nivel de desarrollo en el que un pueblo se debe acostumbrar a los buenos gobiernos.
Combinados estos factores, la batalla por la alcaldía de Saltillo se volverá en un talk show del más alto rating para quienes la habitamos. Una especie de resignación: no tendremos gobernador, pero procuraremos elegir un buen alcalde o alcaldesa, aunque sea por un año. Y presiento, en verdad, que la variedad y diversidad de aspirantes invitan a razonar el voto en función de la solidez de sus propuestas. Más allá de los colores, género o edad de los aspirantes, sospecho que un buen porcentaje de los electores comulgan con el ejercicio democrático libre y razonado, escudriñarán en el historial de los aspirantes, contrastarán sus propuestas y no dejarán escapar la oportunidad de escucharlos en los debates.
No podría esperarse menos de una ciudad competitiva. Así que, para beneplácito de los electores, en las boletas del 4 de junio, podrán encontrar un ramillete de opciones con diferencias claras entre ellas, contrastes sustantivos y profundos en los perfiles de los aspirantes. Miente quien diga que los saltillenses emitirán un voto ‘ciego’.
Comencemos con Manolo Jiménez, alguien que bien podría identificársele como el último Cachorro de la Revolución; esa es la señal que transmite cuando aparece en una imagen rodeado por priistas de herencia, todos ex alcaldes de la capital: Luis Horacio Salinas (su abuelo), Miguel Arizpe, Carlos de la Peña, Mario Eulalio Gutiérrez y Fernando de las Fuentes (faltaron dos, ¿quiénes?). ¿Qué priistas prefieren, los mencionados o los de ahora? Manolo, por su juventud y su origen, representa el encuentro de estos dos mundos, tan distanciados en los últimos 11 años. El joven priista ha crecido rápido en años recientes (algunos dicen que lo han dejado crecer). Quienes lo siguen y apoyan apuestan por él para empresas políticas de mayor calado. El Cachorro no se confía; se sabe que no le cayó muy en gracia que algunos priistas se prestaran para la recolección de firmas a favor de uno de los aspirantes independientes. Viene la confrontación de ideas, veremos de qué está hecho.
En otro extremo, ideológico y generacional, una mujer. Esther Quintana, señora que huele a firmeza. Guillermo Anaya hubiera preferido a Carlos Orta como el candidato del PAN para la alcaldía. Sin embargo, ahora las circunstancias obligan al lagunero a depender de lo que haga o deje de hacer “La Tía Esther” en Saltillo. De mi se acuerda que tanto el PAN como el PRI concentrarán sus esfuerzos en la capital, el resto del estado está tan dividido que es muy posible que quien gane en Saltillo, se lleve también Coahuila.
Pero, por otra parte, el río suena para los independientes. Encontrarán en la boleta un rostro diferente: Alfonso Danao de la Peña, aspirante recién egresado de la carrera, aún no cumple los 24 años, líder estudiantil. Poco a poco iremos conociendo la solidez de sus propuestas y la verdadera fuerza del movimiento independiente en Saltillo.
Por último, es momento de tomar en serio a los aspirantes de Morena. Así lo dictan las encuestas. Créame, el ambientalista Rodolfo Garza Gutiérrez, aspirante por el partido de López Obrador, sin que se le conozca demasiado, jalará los votos que Armando Guadiana y el tabasqueño traen en la bolsa.
De entre los cuatro saldrá el próximo alcalde o alcaldesa de la capital. Cachorros, independientes, ambientalistas y una “Tía”. No hay pretexto. Razonemos el voto.
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