GUÍA PARA ENTENDER LAS ELECCIONES EN COAHUILA II RUBÉN OLVERA MARINES

3 marzo 2017
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En la pasada ocasión hablamos de las modalidades de voto que podrían presentarse en la próxima elección en Coahuila. Describimos el voto estratégico, el dividido, el fiel y el de castigo. Cada una de estas maneras de votar se manifiesta en una democracia en donde el voto es de nadie, en donde los partidos presentan sus mejores propuestas para seducir a los votantes. Cuando el voto no tiene dueño, los electores razonan, averiguan, se muestran atentos a los debates, descartan  y eligen.

Pero en el devenir de la democracia coahuilense permanece un lado oscuro, cenizas vivas de un sistema que se niega a desaparecer. ¿Quién no ha escuchado del acarreo, la coerción, la compra de votos o la intimidación?  Recuerdo haber asistido a una plática con un experto en el análisis político, y cuando alguien del público le preguntó si los votos resultantes de estas prácticas distorsionaban el espíritu democrático, respondió con sencillez: “Por supuesto que desfiguran la rigurosidad del voto libre y eclipsan el juego limpio, pero no por ello dejan de ser interesantes para el análisis”.

Las próximas elecciones en Coahuila reúnen los ingredientes para que el voto corporativo, el clientelar y el de miedo se entrelacen con al voto libre y razonado para determinar el resultado que conoceremos en la noche del 4 de junio.

Se supo que Miguel Riquelme, candidato del PRI a la gubernatura, recientemente sostuvo una reunión con algunos representantes del gremio magisterial en Coahuila. A decir de los asistentes, en dicha reunión Riquelme se manifestó en contra de la llamada Reforma Educativa. ¿Por qué un priista se opondría a una reforma que impulsó el presidente Peña? La respuesta es clara y sencilla: el aspirante del PRI busca el voto corporativo del magisterio coahuilense, el cual, suponemos por las palabras de Riquelme, no comulga con el planteamiento educativo de la Presidencia de la República. Al hablar de esta modalidad de voto nos referimos al ejercicio de conjuntar el voto de un gremio o colectivo a cambio de coincidir en sus planteamientos e intereses; el intercambio del voto en bloque por apoyos, encarna la expresión llana del voto corporativo.

No supongas que las manifestaciones electorales opuestas al voto libre y razonado son exclusivas de un determinado partido. En distintos partidos, durante varias elecciones, se han ventilado ciertas distorsiones como la compra del voto a cambio de despensas, dinero en efectivo, cemento, viajes y un nutrido conjunto de “valores” que mercantilizan al sufragio. Este tipo de voto es real, que no lo veamos no significa que no exista. Es, sin duda, disfuncional al tipo de democracia a la que aspiramos. Entre más grande sea el nivel de abstencionismo, mayor será la trascendencia de esta modalidad de sufragio. El voto clientelar no tiene color ni tiempo.

La gente que escribe y las autoridades electorales quisieran acabar con las prácticas existentes con la esperanza de recuperar el espíritu democrático: algo así como una sociedad pura con una perfecta soberanía popular, o por lo menos algo parecido. Pero la realpolitik, dirían los clásicos, facts los americanos, la condición humana nos recitaría Maquiavelo, es lo que moldea la política.

Sería ingenuo pensar que los votos clientelares y corporativos no pesarán en la próxima elección. Además, no son los únicos, añadamos aquella propaganda que busca imprimir en los votantes una sensación de miedo; esa estrategia psicológica tan común en nuestros tiempos, que lo mismo se presenta en España que en los Estados Unidos, en donde quien la sustenta busca erigirse como un ‘héroe’ frente a un hipotético ‘demonio’ dibujado en la mente de los electores; se pretende con este voto de miedo imponer un significado como medio para desprestigiar o posicionar a determinado candidato.

Sólo dale una ojeada a los medios y advertirás como se incrementan las noticias de inseguridad y violencia, destacando lo que sucede en otros estados del país; no es difícil distinguir que enseguida de la nota de inseguridad viene la imagen o la propuesta electoral del ‘héroe’.

En fin, comprender la naturaleza del voto nos ayuda a entender el comportamiento estratégico de los distintos partidos y de los candidatos independientes. Yo te invito a reflexionar y darle un valor más trascendental a esa credencial que guardas en tu bolso o cartera.

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