Hace miles de años las historias solían contarse alrededor de una hoguera. Narrar, constituye una necesidad de comunicación entre los seres humanos que nos permite compartir conocimiento e ideas, obtenidas a través de la experiencia o la reflexión. Con el tiempo la tradición oral evolucionó también a la narrativa escrita.
Sin embargo, existe una amplio abismo entre la comunicación verbal y la impresa. Para la primera, un cambio de tono, de volumen o un simple gesto actoral, basta para situar perfectamente al interlocutor en la dimensión del contexto sobre lo que pretendemos contar. Mientras que en la segunda, resulta mucho más difícil transmitir la imagen visual de lo que reside en nuestro pensamiento, mantener cautiva la atención del lector y al mismo tiempo sin perder el ritmo, suplir el efecto dramático de la secuencia con los artilugios de la magia en la palabra escrita.
Hoy celebramos el arribo al número 200 de la serie: «Algo que vale la pena contar». Sumando otras 160 columnas procedentes de la evolución de este aporte semanal, calculamos entonces unos siete años ya, en los que hemos tenido la dicha de compartir este afán de apego simpático a la bendita manía de contar. Gracias al aguante de nuestros lectores y al aval de nuestros directivos editoriales, actualmente 7 medios de comunicación impresa y 3 tabloides digitales, hospedan y difunden nuestra modesta contribución de divulgación histórica, científica y cultural.
Amén de la satisfacción personal que nos brinda este espacio de opinión, la interacción con nuestros lectores quienes a través de correo electrónico, redes sociales o de manera personal nos transmiten su sentir, e incluso, sugerencias sobre temas para abordar, se traducen en el ánimo por excelencia que estimula la continuidad y la mejora constante en cada colaboración.
Sentir gratitud y no expresarla es como envolver un regalo y no entregarlo. Apreciable lector, gracias por estar.
Somos lo que hemos leído y esta es, palabra de lector. Contacto: [email protected] – Twitter: @AlBoardman
