GUÍA PARA ENTENDER LAS ELECCIONES EN COAHUILA: RUBÉN OLVERA MARINES

23 febrero 2017
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Lo cerrado en las preferencias para la elección de Coahuila dibuja un escenario en donde los votantes “controlarán” el resultado de su voto. A diferencia de otras elecciones, en esta ocasión, existen las suficientes opciones y las condiciones para ejercitar distintas modalidades del voto: desde el voto estratégico, pasando por el voto dividido, hasta el voto de castigo, sin descartar el histórico voto de identidad de algunos partidos.

Por ejemplo, el votante coahuilense podría apoyar a determinado candidato para la gubernatura, pero no desea que éste controle la mayoría del Congreso local. Lo mismo sucedería si algún elector de Saltillo opta por votar PRI o PAN por la gubernatura, pero converger por un partido o candidato independiente distinto para la alcaldía. En ambos casos ejercería el voto dividido.

El voto estratégico (voto útil) presenta algunas particularidades interesantes para la formación de estrategias de los distintos partidos. Imaginemos que la elección se cierra a dos competidores, tal como lo estableció la más reciente encuesta de Reforma, 38 % para el PRI y 36% para el PAN; el tercer mejor posicionado resultó Morena con el 12%, de ahí le siguió Telma Guajardo del PRD con el 6% y el independiente Javier Guerrero con el 5%. En este caso, los aspirantes mejor posicionados podrían solicitar el voto útil a  los seguidores de Morena, PRD y el independiente, con el argumento de que ellos, según las encuestas, no tienen posibilidades de ganar. Lo interesante, de presentarse el caso, sería saber cuál es la segunda preferencia de los seguidores de quienes están abajo en las encuestas; la respuesta es muy sencilla: si son antisistema, votarán por el PAN, y si les empalaga la derecha, lo harán por el PRI.

Según la encuesta, es el análisis. El Gabinete de Comunicación Estratégica  presenta un sondeo de diciembre de 2016 en donde concede un empate entre Javier Guerreo y Guillermo Anaya, ambos rondan el 30% de las preferencias. Imagina que en este caso sería el PAN y el independiente quienes buscarían el voto útil de entre los priistas, en cuya encuesta Miguel Riquelme aparece con el 16%. ¿Cuál consideras que sería la segunda preferencia de los priistas, Anaya o Guerrero?

Si una tercera opción crece en las preferencias, al grado que se perfilase una elección de tercios, convocar al voto estratégico resultaría más difícil, probablemente el elector sufragaría por su primera preferencia, al fin y al cabo las tres tendrían similares posibilidades de triunfo. En tal situación, los partidos habrían de reforzar el apoyo de su viejo amigo: el voto de identidad, llámese voto duro.

El voto ‘fiel’ debe ser entendido como una de esas prendas vintage, en apariencia arcaico, pero que en cada temporada electoral vuelve a las vitrinas de los partidos. Inevitable que los organismos políticos, en un escenario competido, regresen a su base electoral, a su estructura. En el PRI de Coahuila se habla hasta de 350 mil, para el PAN 200 mil, que votarían, pase lo que pase, por sus respectivos partidos. Incluso, pensemos que el número de firmas que recolecten los independientes, podría considerarse como su base de simpatizantes rumbo a la elección del 4 de junio. Supongamos que algún independiente presente más de 100 mil firmas, sería muy interesante.

Por último, la nueva la estrella del escenario electoral: el voto de castigo. En el plano nacional, el voto de castigo se convirtió en el común denominador de las más recientes elecciones para renovar gubernaturas. En el ámbito local, los principales partidos han sufrido del dictamen ciudadano que les ha retirado su apoyo de una elección a otra; la alternancia se ha convertido en algo común en los municipios de Coahuila, sobre todo en Saltillo y Torreón.

La premisa sobre la que descansa esta modalidad de voto en México: castigar las malas gestiones. En Coahuila, la oposición construye un eventual triunfo en la esperanza de un voto de castigo masivo. Para el PRI, esta modalidad de voto se ha convertido en un sueño recurrente pero, dicen los priistas, no al grado de pesadilla…todavía.

Con el advenimiento de la democracia, las distintas modalidades de voto cobran importancia, obligando a los partidos a prestar especial atención a las preferencias de los votantes,  a diferencia de antaño cuando la fuerza del voto frecuentemente era subestimada.

Aunque coincido contigo, aún persisten remanentes de aquel sistema: el voto corporativo y el  voto de miedo. Pero ambos, ameritan un tratamiento aparte.

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