LA NOCHE MÁS OBSCURA POR: RUBÉN OLVERA MARINES

11 noviembre 2016
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LA NOCHE MÁS OBSCURA

RUBÉN OLVERA MARINES

Sólo unos meses después del Brexit,  las urnas parlanchinas e impredecibles vuelven a hacer de las suyas. Esta vez, la lección democrática que le dirigen al mundo entero, puede tener consecuencias directas e inesperadas para México. La sombra de las deportaciones masivas o del fin del TLC, crecía y crecía conforme fluían los resultados en la noche de este 8 de noviembre que le daban a Donald Trump una amplia ventaja sobre Hillary Clinton, la favorita (a conveniencia) de los mexicanos.

Una noche obscura, llena de suplicio, de ese tormento que aqueja a una madre que espera a su hijo en la madrugada. Hillary inició bien. Luego Trump la alcanzó. De nuevo Hillary se recuperó. Pero a las 11:00 p.m (hora de México) las cosas estaban prácticamente resueltas a favor de lo improbable. Luego, la angustia, las pesadillas y, a la postre, la realidad: el dólar por arriba de los veinte pesos, como presagiando la tormenta que se avecina.

Lo peor, tal vez, el desencanto de nosotros mismos, de nuestro juicio. Veíamos lo que queríamos ver, no lo que realmente estaba ahí.  Nos negamos repetidas veces a asimilar el entorno que propiciaba el cambio de un pueblo norteamericano que se negó rotundamente a escuchar al mundo entero (salvo a Rusia) y que, en cambio, se mostró dispuesto a tomar un camino incierto, pero plagado de promesas, algunas viables y otras imposibles de cumplir.

Señalamos hasta el cansancio al presidente Peña por haber invitado al hoy candidato ganador de la contienda norteamericana. Todos lo hicimos. Pero ahora, ¿tendremos el valor de encontrar en ese descompuesto suceso una de las pocas gotas de agua que nos restan para atravesar el agreste desierto que tenemos enfrente?

Porque a pesar de los tropiezos de campaña, Trump mantuvo a sus electores. En cambio, Hillary simplemente no convenció. El mundo ‘loco’, del que hablábamos hace algunos días, se impone de nuevo. Los antípodas de pronto se vuelven populares. México, todos,  estamos llamados a tomar nota, a  reconocer que el mundo entero está cambiando, se sacude de estereotipos, prejuicios, intocables; reniega de  un sistema caduco, que intenta, sin mucho éxito, sobrevivir y burlar el llamado de las urnas y sus libertades. Lo que en apariencia absurdo, ilógico, incluso monstruoso,  recorre campante el planeta, dejando una densa estela de cambios.

¿Qué hacer como país? Lo que hemos hecho siempre: remar contra corriente; levantarnos y seguir adelante. Con Trump no se acaba el mundo. Nace uno nuevo, más complejo y retador. Ante el nuevo escenario, presiento que se nos exigirá ser más agresivos, menos sumisos en política exterior. Diversificar nuestra oferta exportadora. Defender lo ganado hasta hoy con los Estados Unidos. Venderse mejor. Fortalecer nuestro mercado interno.

¿Qué hemos aprendido? Entender que los procesos ajenos, son eso, ajenos, y debemos mirarlos con respeto. Sí, defender nuestra dignidad y creencias, pero no claudicar ante las distintas posibilidades. Todos hicimos a Trump. Una idea descabellada derrotó finalmente al sistema porque no dejamos de hablar de ella; esa descabellada idea creció en la medida que se hablaba y escribía de ella, se alimentó de la crítica, del descredito, de la habladuría, mucho de lo cual surgía del exterior, del mundo, y el mundo nada pudo hacer para contener la voluntad de los norteamericanos deseosos de un cambio. La lección más importante, se la debemos agradecer al propio Trump, y ojala aprendamos de ella: él logró lo que nadie, unir a México, en su contra, pero lo logró. Ojala mantengamos esa unidad para derrotar otros monstruos que devastan al país, como la pobreza, la inseguridad y la corrupción.

Tu Opinión: olveraruben@hotmail.com

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