UN CUENTO DE TERROR POR: RUBÉN OLVERA MARINES

4 noviembre 2016
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UN CUENTO DE TERROR

RUBÉN OLVERA MARINES

De  acuerdo al Foro Económico Mundial, México ocupa el treceavo lugar entre las naciones que más sufren el lastre de la corrupción. Una nota importante, que no es noticia. Sólo basta con encender el televisor, ojear el periódico de hoy, de ayer, de la semana pasada o pasear un instante por las redes sociales, para enterarnos de un nuevo acto de corrupción en México; desvío de recursos, empresas fantasmas, vidas onerosas, sobornos. La ética del ejercicio público sepultada por la tiranía de la coima. Difícil no llegar a la conclusión de que, por desgracia, el treceavo lugar mundial le precede una enciclopedia repleta de historias negras, cuentos de terror y ensayos de crímenes que petrifican al más valiente de los ciudadanos.

Como tantas otras cosas que rodean este escabroso asunto, la gravedad y difusión de los hechos que atentan en contra de la ley y de la ética pública, se han esparcido y crecido a tal magnitud que el Foro Económico Mundial registra que es la corrupción, y no el crimen o los robos, el factor que a decir de la clase empresarial afecta más en la realización de negocios. Tan espantoso es el problema que los terroríficos asesinatos, levantones y enfrentamientos de los que nos enteramos también todos los días, pasan a segundo plano frente a la corrupción.

Lo que está en juego, además de lo que ya sabemos (democracia, transparencia, rendición de cuentas, confianza de los ciudadanos en las instituciones), es el futuro del país para atraer inversiones generadoras de empleo.

Los escándalos de Veracruz, Sonora, Coahuila, Nuevo León, Chihuahua, y un largo etcétera,  confunden, encolerizan y atizan la desconfianza de una ciudadanía que quiere creer en el recientemente aprobado Sistema Nacional Anticorrupción (SNA). Quisiéramos leer los recientes sucesos relacionados con la corrupción como un esfuerzo real, sistemático, objetivo para ingresar a un nuevo modelo que redefina la persecución de delitos asociados con el mal uso de los recursos públicos.

Sin embargo, la política…siempre la política, nos invita a especular respecto a la voluntad de ir con todo en contra de la corrupción. Dos ex gobernadores, derrotados en recientes procesos electorales, uno del PRI y el otro del PAN, ambos con elementos en contra, aparentemente suficientes, para iniciar una exitosa campaña para revertir la creciente desconfianza en las instituciones. La mayor parte de los procesos ventilados recientemente, salvo el cobro de facturas políticas, quedan sin efecto, sin juicio, sin investigación, arrinconados por la indiferencia de los órganos fiscalizadores y jurisdiccionales; una vez que logran los efectos ‘políticos deseados’, se archivan.

La luz al final del túnel, ahí está, se le distingue, estamos cerca. Recientemente, el secretario general de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), José Ángel Gurría, alabó los esfuerzos del país para fortalecer la transparencia y la rendición de cuentas, cuyos elementos se reflejan en el nuevo SNA. No obstante, caminamos hacia atrás, al contrario de la luz, porque el mismo organismo que dirige Gurría, reprueba a tres cuartas partes de los organismo locales de fiscalización. Ahí está la clave, el meollo: mientras no se refuerce la autonomía y la capacidad de respuesta de cada Auditoría Superior de los estados,  no llegarán los efectos deseados en el SNA, señaló Juan Manuel Portal, auditor superior de la Federación. ¿Dónde estaban los órganos fiscalizadores de Sonora y Veracruz para prevenir los supuestos desfalcos al erario cometidos por Padrés y Duarte?

Para socavar el terreno ganado por la corrupción, poco pueden hacer las advertencias que nos envían los organismos internacionales. Tampoco tiene mucho sentido otorgar a la audiencia enfurecida unas cuantas cabezas de tiburones. La raíz de la corrupción se combate con instituciones. La institución por excelencia para fiscalizar y asegurar la rendición de cuentas, es la Auditoría Superior del Estado de… (Dejo a tu elección el estado para concluir la frase).

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