Biden, el aspirante a sucesor de Obama que se rindió ante Clinton

28 julio 2016
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bidenEl vicepresidente de EE.UU., Joe Biden, es la voz más visceral en la Casa Blanca, un político guiado por la intuición que hoy, tres décadas después de su primer sueño presidencial, respaldó rotundamente a otra candidata demócrata en la convención que le habría gustado protagonizar.

Durante su discurso hoy en la Convención Demócrata no quiso restarle ni un ápice de importancia a la nominación de Hillary Clinton y defendió que su llegada al Despacho Oval «cambiará las vidas» de todas las mujeres del país.

Con 73 años y cuatro décadas de carrera política a sus espaldas, a Biden le ha costado hacerse a la idea de abandonar el poder el mismo día en que el presidente Barack Obama deje la Casa Blanca, después de ocho años haciéndole sombra en el Despacho Oval.

Quienes le conocen saben que habría querido tomarle el relevo a Obama y muchos lo consideraban su sucesor natural dado su férreo respaldo de las medidas del mandatario y su tendencia a ser más progresista que Clinton, especialmente en política exterior.

Le costó al menos dos años decidir si presentarse o no a las elecciones primarias, en un proceso marcado por la muerte de su hijo Beau en mayo de 2015 y que finalmente concluyó con el anuncio, en octubre pasado, de que no competiría, en parte por el duelo y en parte por la falta de tiempo para orquestar una carrera exitosa.

«Fue la decisión correcta para mi familia», aseguró hoy Biden en una entrevista en la cadena de televisión MSNBC.

Biden aseguró que no se «arrepiente» de esa decisión y bromeó sobre el apoyo que ha recibido, al afirmar que «la forma de hacerte realmente popular es anunciar que no te presentas a la Presidencia».

El vicepresidente aceptaba así que se quedará a un paso de la Casa Blanca, un cargo al que aspiró en dos ocasiones, la primera en 1988 y la segunda en 2008, compitiendo contra Obama y Clinton.

Con la exsecretaria de Estado ha tenido desencuentros sonados -como su oposición a la operación contra Muamar el Gadafi en Libia que Clinton promovió en 2011 dentro del Gobierno de Obama- y en ocasiones incluso la ha criticado abiertamente, por lo que su apoyo de hoy era especialmente importante para la candidata demócrata.

La vehemencia de Biden ha sido el factor definitorio de su vida política: mientras unos lo aplaudían por honesto y genuino, otros lo tachaban de impulsivo y metepatas.

La contraposición entre el cálculo de Obama y el ímpetu de Biden es para muchos lo que hace funcionar a su equipo, definido por el exvicepresidente Walter Mondale como «un matrimonio sin posibilidad de divorcio, pero que vive en casas diferentes».

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