LO QUE SE JUEGA EL 5 DE JUNIO POR: RUBÉN OLVERA MARINES

3 junio 2016
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RUBÉN OLVERA MARINES

No estoy de acuerdo en que los resultados de la elección de este domingo cinco de junio sean el prólogo de lo que sucederá en la presidencial de 2018. Al menos en las últimas elecciones presidenciales, la distribución del poder local no ha sido un determinante del resultado global. En 2012, Enrique Peña ganó sin problemas en estados donde gobernaba el PAN, por ejemplo, Sonora y Puebla; incluso perdió en estados priistas, como Nuevo León.

La presidencial se cuece aparte. Pero de ninguna manera quiero decir que las elecciones locales carezcan de atractivo nacional. Al contrario, en la mayoría de las lógicas electorales de las entidades se juegan aspectos de interés general, y el resultado condicionará el rumbo de la estrategia de gobierno de aquí a la elección de 2018. El futuro de algunas figuras políticas del ámbito nacional, también juega.

Por ejemplo, el PRI apuesta en Oaxaca no sólo el control político de una entidad poseedora de un atractivo padrón electoral. En realidad, el estado de la Gelaguetza, se ha convertido en el nudo gordiano de la reforma educativa. El presidente Peña cedería una o dos entidades a cambio de Oaxaca, y retomar el control para establecer en forma las evaluaciones del Servicio Profesional Docente.

El tricolor también necesita ganar Quintana Roo. El padrón electoral de esta entidad no luce tan apetitoso como el de Oaxaca o Veracruz. Sin embargo, con un eventual triunfo, el CEN del PRI mandaría una señal muy clara a aquellos militantes que decidan abandonar al partido, como Carlos Joaquín González.

Al PAN no le vendría nada mal gobernar un estado como Tamaulipas. El combate a la inseguridad es la gran revancha de este partido. El pasivo del ex presidente Calderón, sigue siendo “la guerra” en contra del crimen organizado. Los altos índices de inseguridad que acosan al estado de la cuera, podrían constituirse como la oportunidad para que el PAN intente demostrar las bondades de su modelo de seguridad.

El PRD, necesita ganar… lo que sea. El partido del sol azteca ha visto como su clientela se desmorona; su bastión, el DF, prácticamente les ha sido arrebatado por Morena. Tlaxcala les vendría bien, al menos para no irse en blanco.
Por otra parte, todo indica que los independientes, al menos para las gubernaturas, no encontrarán este domingo un hueco tan amplio como el “Bronco” lo encontró en Nuevo León. Los partidos asienten con la cabeza como diciendo “se los dijimos”. Un triunfo de los partidos en las 12 gubernaturas, pondría en cuestión la capacidad de los independientes para convencer y movilizar al electorado; clonar lo que hizo el “Bronco”, ‘tá’ dificultoso.

Las alianzas PAN-PRD, también en duda. Como gobierno, sin pena ni gloria. El PRI, según las encuestas, en camino para recuperar Oaxaca y Sinaloa. Salvo en Puebla, donde la poderosa alianza se llama: “Rafael Moreno Valle Rosas”. En efecto, el gobernador de Puebla, absorbió al PRD, ajustó al PANAL, desarmó al PRI y controla al PAN de su estado.

Olvidemos por un momento al sistema y hablemos un poco de los actores. De los principales partidos, dos presidentes han puesto en juego su futuro político. Manlio Fabio Beltrones, que prometió nueve de las 12 gubernaturas, y Ricardo Anaya, que no dio el brazo a torcer con algunos de sus favoritos, como Miguel Ángel Yunes, en Veracruz. El primero saldría bien librado si obtiene siete; el segundo vería fortalecida su posición al interior de su partido si se agencia cinco.

Pase lo que pase, López Obrador seguirá punteando las encuestas; si Morena triunfa en Veracruz, ¡¿quién lo detiene?! Agustín Basave, daría lo que fuera por al menos un triunfo de las coaliciones que él promovió.
Los principales partidos esperan el resultado de Puebla y Chihuahua. En ambos casos, tanto Rafael Moreno Valle, como César Duarte, de ganar, podrían pasar a formar parte de los activos nacionales del PAN y del PRI, respectivamente.

De triunfar el PRI en Chihuahua y Durango, los actuales gobernadores, Duarte y Herrera, podrían convertirse en una avanzada de aquellos gobernadores priistas que desean ser quienes designen a su sucesor; en ambos estados, los candidatos del PRI, cien por ciento hechura de ellos.

Podríamos seguirle. México es un caso fantástico, con 32 lógicas electorales distintas. Al final, la única certeza de las elecciones de este domingo es la incertidumbre. Tú, ¿cuántas le concedes al PRI?
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