TRES VOTOS PARA ELEGIR AL CANDIDATO DEL PRI

27 mayo 2016
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olveraRUBÉN OLVERA MARINES
En el PRI de Coahuila, a los aspirantes para la candidatura de 2017 se les permite casi todo menos alterar la máxima disposición establecida históricamente en el partido: la designación del candidato estará a cargo de la cúpula. Si un aspirante decide irse “por la libre”, descubrirá un muro de tres niveles, cada uno más difícil de salvar que el anterior.
Frente al poder presidencial –“Los Pinos” e “Insurgentes”− y al del gobernador en turno, las encuestas adelantadas, los géneros, los “favoritos” y el oculto “plan B” no tienen nada que hacer y chocarán irremediablemente con la “línea” que tracen los máximos jerarcas del partido (cúpula).
Así que, quien aspire a convertirse en el candidato(a) del PRI a la gubernatura de Coahuila en 2017, deberá asegurar en los próximos meses los tres votos de las figuras políticas que indiscutiblemente determinarán el rumbo de la sucesión priista: el presidente Enrique Peña, el presidente del PRI  y el gobernador del estado. En ese orden de dificultad.
Olvidemos por un momento a los Emilio Gamboa, César Camacho, Enrique Martínez, incluso al mismísimo factor “M”, en el PRI los grandes electores son tres: Enrique, Manlio y Rubén; por supuesto, con voto ponderado, al ritmo del “1”, “2” y “3”.
Claro que, mientras llega el día en el que descienda la “línea”, los aspirantes coahuilenses continúan dando nota, sumando activos, algunos sirviéndose de mitos, otros de razones. Nada servirá. El capital que acumulen durante este proceso, deberán, sin enmiendas, ponerlo a disposición del “bueno”, del elegido. Esa es la ley…del PRI.
Al momento, nada para nadie. Acaso, uno de ellos pueda presumir contar con un voto de la triada. Hay quien asegura que otro, ya sumó dos. El resto, dicen, sin ‘palomita’.
No parece, sin embargo, que las tres aves vuelen en la misma dirección. Una surca hacia el norte, lo gélido, buscando que la frialdad de los números, las encuestas, doten de alas a su elección, su delfín. La otra, se perfila hacia el sur, más cálido, menos números y más perfil, espera (tal vez demasiado) que su polluelo se decida por fin alzar el  vuelo.  El ave que resta −el voto que puede resultar decisivo−, astuta y prudente, sobrevuela nada más, sin definir el rumbo, aún no es tiempo de cazar.
Todo indica que, en los próximos meses, los aspirantes priistas olvidarán, digamos las sutilezas, y se lanzarán con todo y contra todos buscando el amparo del voto indeciso, el más difícil de lograr, ese que no se engancha con encuestas ni lo arrastran las pasiones.
Supongamos, sin conceder, que dos del cúmulo de aspirantes cuentan con un voto cada uno, y que estarían buscando una segunda adhesión para que, por mayoría, imponerse como el candidato(a) en 2017. Sin embargo, ¿frente a la que puede ser la elección más competida de la historia en Coahuila,  consideras que un candidato(a) del PRI que sea vetado por uno de los tres grandes electores, reunirá los suficientes apoyos para enfrentar a una oposición, como se configura en el horizonte, unida?
Los priistas, esos con tramo recorrido, no lo creen así. Vislumbran tempestades. Un candidato(a) con el apoyo del CEN del PRI pero con la indiferencia de la estructura local o a la inversa, podría presentarse vulnerable, caer abatido por una corriente eléctrica que surca el cielo azul; corriente que dibuja un acrónimo de tres letras: “ILV”.
Isidro López Villarreal, alcalde de Saltillo, lo sabe. Ha sido hábil al lograr que trascienda en los medios un posible arreglo con el lagunero Guillermo Anaya, a favor del saltillense. Los priistas apuestan por un choque de trenes entre López y Anaya. Desde ahorita se entiende, que si Isidro y Guillermo logran el consenso, e incluyen a otros partidos e integrantes del movimiento independiente, la competencia que enfrentará el PRI, se antoja de pronósticos reservados.
Es por ello que, la selección del candidato del PRI, como nunca en la historia, cobra singular importancia. Ante la necesidad de designar a un candidato(a) con el visto bueno del “1”, “2” y “3” del partido, las encuestas publicadas recientemente tienen un aroma más de recreación que de instrucción.

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