Secretos Por: Enrique Martínez y Morales

17 enero 2016
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No soy asiduo a la lectura ramplona ni a los estilos superfluos de redacción. Títulos espectaculares y fantásticos, concebidos como infalible anzuelo para el lector ingenuo, rara vez llaman mi atención. No sé si sería lo místico del nombre o lo grave de la sentencia, pero fue el caso de “Los cinco secretos que debes de descubrir antes de morir”, de John Izzo, lo que me empujó a darle una oportunidad y revisar su prólogo.

Aunque ausente de rigor metodológico, la forma de recabar información y de generar una hipótesis fue suficiente para doblegar el criterio estricto del economista, así que decidí continuar con la lectura. Su primer paso fue definir una muestra de personas sabias en el ocaso de su vida.

Izzo preguntó a más de 15 mil personas sobre nombres de adultos sabios. Obtuvo mil referencias y finalmente una lista, ya depurada, de 235. Se abocó a entrevistarlos, dedicando preciosas horas a la charla, para escucharlos responder a la pregunta de “¿Qué debemos descubrir de la vida antes de morir?”.

Cinco fueron los “secretos” finalmente obtenidos, después de cribar una y otra vez el contenido de las entrevistas.

“Vivir con intención” es el primero. Tener sentido, rumbo, dirección y destino, así como seguir a nuestro corazón y ser honesto con nosotros mismos. Vivir nuestra propia vida y no la de alguien más, haciendo las cosas que son importantes para nosotros. Nuestra conciencia es la mejor brújula para guiarnos.

El mayor temor de los entrevistados no es a la muerte, a pesar de estar tan cerca de ella. Es al “si hubiera”. Por eso, el segundo secreto se sintetiza en “vivir sin arrepentimientos”. Nadie se arrepiente de haber tomado riesgos aun con desenlaces funestos, porque hasta de eso se aprende, ni de haber pedido perdón ni de haber saneado relaciones.

El tercer secreto consiste en “volverse amor”, no entendido el término en su acepción romántica, sino pragmática: no es una emoción, sino una actitud. Elegir respetar a los demás y respetarnos a nosotros mismos, y actuar siempre con valores y como nos gustaría que los demás actuaran con nosotros, es la fórmula del amor y la felicidad.

“Vivir el momento”, el cuarto secreto, significa estar presente en cada instante de nuestra vida, por más simple que parezca, sin juzgarnos, sin preocupaciones y sin aburrimientos. Cada día de nuestra vida debe ser visto como una vida independiente: no es el camino a nuestro destino, es el destino en sí.

El último secreto, “dar más que recibir”, es una máxima propagada por la gente que vive a plenitud. Al final de la vida no nos llevaremos nada de este mundo, en cambio, sí podemos dejar mucho en él.

Dos verdades en la vida de todo ser humano: tenemos una cantidad limitada e indefinida de tiempo, y una cantidad limitada de opciones de cómo usarlo. Nadie tenemos la vida comprada, así que más vale que comencemos a palomear la lista de Izzo lo antes posible.

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