Rubén Olvera Marines

En los días de descanso, durante las pasadas fiestas, tuve la oportunidad de escuchar a quienes mejor entienden de la política coahuilense. Sabido es que el mejor ‘análisis político’ y las mejores predicciones o, tal vez, las menos curtidas a la usanza oficialista, nacen y se deshacen en las mesas de los tradicionales cafés saltillenses.

Me di el tiempo de acompañar a algunos bien informados ‘profesionales de la taza’ en los cafés de la calle Presidente Lázaro Cárdenas y del boulevard Francisco Coss, muy cerca del Teatro de la Ciudad; en los situados sobre el periférico Luis Echeverría; e incluso en un nuevo establecimiento ubicado en el norte de la ciudad. Ahí, lejos de los discursos y de las visiones triunfalistas, escuché, casi en todas las mesas a las que fui invitado, una idea que marcará la ruta de ‘opinólogos ‘y estrategas políticos de la entidad: el PRI coahuilense estaría arrancando 2016 con una cómoda ventaja rumbo a la gubernatura y la mayoría de las alcaldías de 2017.

Para decirlo con claridad, a menos que surja durante este año, de entre la oposición, sector empresarial o del mismo PRI, una figura política alternativa, al estilo de El Bronco en Nuevo León, el partido que dirige la torreonense Verónica Martínez puede presumir que mantiene la delantera.

No te lo tomes tan a pecho. Recuerda que sólo interpreto y transmito lo que escuché de un reducido grupo de cafeteros. En realidad, 2016 y durante las campañas de 2017, el escenario pinta para que cualquier cosa suceda. Sin embargo, en las conversaciones encontré algunos elementos que abonan a la teoría de un PRI a la cabeza rumbo a 2017. Por lo que, si eres de los que teorizas sobre una posible transición en la gubernatura, tampoco deberías tomar tan a la ligera los dichos de los que saben apreciar un fragante latte en las tardes frescas de Saltillo.

“Es una gran ventaja ser gobierno y tener el control de los recursos estatales”, fue la expresión inicial que, a manera de reto, lanzó el primero de los concurrentes. Interrumpiendo un gran sorbo de su apetitoso capuchino, el más joven de los cafeteros, objetó preguntando: “¿Y el desgaste de gobierno?” Sin duda, fue el consenso entre todos los asistentes, el desgaste del gobierno estatal del PRI es considerable, pero, posiblemente, no lo suficiente aún como para encender los focos rojos. Además, la fricción que se genera por el ejercicio de gobierno, tendría valor en la medida que las oposiciones crezcan como alternativas confiables y desarrollen estructuras eficaces de movilización electoral.

Otro de los ‘profesionales de la taza’, desde una perspectiva mediática, puso sobre el mantel la cuestión de la visibilidad y la presencia pública de los distintos perfiles con los que cuentan los diferentes partidos políticos, incluyendo a las opciones independientes. Aseguraban que para el PRI contar con figuras conocidas a nivel estatal, como pueden ser Hilda Flores, Javier Guerrero, Miguel Riquelme, Jericó Abramo y Armando Luna, resulta en una relativa ventaja frente a los aspirantes menos conocidos del PAN, UDC e independientes. “¡Espérame tantito!” Increpó uno de los cafeinómanos, el más reacio de ellos, ese que toma el café sin azúcar, y que, desde su matiz, afirmó que, al menos en Saltillo, el alcalde capitalino, Isidro López, se da un ‘tiro’ en popularidad con la y los priistas antes citados. Habrá que considerar que el alcalde panista también ha sufrido del desgate natural de gobierno.

¿Y el “monopolio histórico de la estructura electoral”? Inquirió el cafetero más versado en aspectos electorales. Los recientes carros completos obtenidos por el PRI coahuilense en las elecciones para diputados federales y locales, hablan de que a pesar del desgaste de gobierno y la potencial popularidad de sus candidatos, la estructura electoral que el PRI mantiene permanentemente aceitada, importa e importa considerablemente.

Lentamente, después de varias tazas de descafeinado, concluí que, al menos en los primeros meses de 2016, el PRI seguirá siendo el tema. Sin embargo, el auténtico asunto de este partido no es su aparente ventaja frente a otras alternativas, sino su proceso interno, el cual, desde ya, se asemeja al mejor ristretto, cargado, intenso y con efectos imprevisibles.

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