Una empresa de Canadá ha logrado una patente de Estados Unidos para construir un elevador espacial de unos cerca de 20 kilómetros de atura para que alcance la estratosfera. De acuerdo a BBC, el fin de la compañía Thoth Technology Inc. es que la colosal torre, con un ascensor eléctrico en su interior, se destine a lanzar desde la cima naves al espacio y así evitar el gasto de energía que causa la gravedad de la Tierra. Este objetivo se lograría con una estructura gigante, “para que se sitúe en la estratosfera y no alcance la órbita geoestacionaria donde se sitúan los satélites”.
La nave podría regresar luego a la plataforma para recargar combustible y volver a partir, aseguraron desde la compañía que pretende promover este tipo de vuelos horizontales. “Thoth Technology trabaja en una torre que esté presurizada neumáticamente para que pueda mantenerse estable a contratiempos climatológicos como huracanes. Además, el proyecto de la empresa contempla que la torre esté abierta a turistas para que puedan experimentar el contacto con un espacio en similares condiciones que el espacio. Thoth Technology espera trabajar en un primer lugar con un prototipo de 1,5 kilómetros”.
Las preguntas obligadas: ¿Cómo harán para que no afecte esta estructura superpuesta en la navegación aérea? ¿Tendrá oxigeno secular o fijo, luego del piso diez, para garantizar la elevación y el descenso, luego de equis tiempo en las alturas? ¿La puerta del cielo se podrá apreciar desde ese punto o solo es una elevación grande, vista desde abajo, pero no desde arriba? ¿La plataforma en el tope, servirá de aeropuerto aeroespacial, objetivo del proyecto, pero además, para financiarse, será hotel para ricos y extravagantes? ¿Y si se va la luz, y si hay un corto, y si alguien dejó abierta la puerta o si alguna pareja se queda atrapada (naturalmente o apretando el botón de emergencia), se dará un beso estratosférico? ¿Si nace un niño en el elevador, su nacionalidad será canadiense por la base, gringa por la patente, lunática o medio espacial?
La tecnología revoluciona y el espectro mental, para entes de mi edad, o sea en tránsito a la vejez, es agresivamente noticioso, de lento discernimiento. Una torre de dimensiones kilométricas, que no se caerá anuqué tiemble, no se desplazará aunque sunamine o se quemará aunque erupcione, es algo dinámico demencial. Pero que además, servirá de plataforma de despegues y aterrizajes de aeronaves y cohetes, es algo que amerita años de entendimiento.
Ver edificios mega grandes (del tamaño de la deuda de Coahuila, imagine usted la magnitud), es algo extra atmosférico. Pero si llega a la estratosfera (como llegará el ascensor canadiense), es verdaderamente estratosférico. No es juego de palabrotas, es simplemente alucinante. Qué grande es la ciencia y que pequeños somos nosotros. Avances tan ejemplares se viven en nuestra época. Chingona la cosa, es la expresión exacta ante tal acontecimiento.
Cosas como esta, pueden escapar al sombro de jóvenes que nacieron en la modernidad de los inventos asombrosos, pero yo soy de la era del televisor de blanco y negro, y ahora los elevadores subirán veinte kilómetros y de ellos se desplazarán naves al espacio exterior. ¿Y quieren que no esté sorprendido?
¡Hey, agnósticos!, la noticia es que…Dios existe y no cabe duda.
Escrito por: Adrián Garza Pérez
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