Algo que vale la pena contar: Los hombres y pueblos en decadencia viven acordándose de dónde vienen

11 septiembre 2015
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boardman«Los hombres y pueblos en decadencia viven acordándose de dónde vienen; los hombres y pueblos fuertes sólo necesitan saber a dónde van.» J. Ingenieros
Llega Septiembre y con él las tradicionales fiestas patrias encabezadas por el grito de Dolores. Aunque vivimos tiempos en los que podríamos decir que son tantos los dolores que tiene el país, que a diario vivimos en un grito. Celebramos una independencia simbólica, un motivo más de asueto y festejo. ¡Identidad nacional! repiten los discursos, «El orgullo de ser mexicano, libre, independiente y soberano». Pero lo cierto es que a 200 años de distancia, en muchos rincones del país, existe la misma pobreza que durante la colonia. 16.4 millones de mexicanos todavía cocinan en estufas de leña. Quienes salvan ese particular detalle, ahí van, sorteando el aumento de los precios, el desempleo, la inseguridad, el señalamiento amarillista de autoridades evidenciadas por la propia ciudadanía.

Tenemos memoria, recursos naturales, pirámides, héroes nacionales, bandera, fútbol y redes sociales. Pero, ¿orgullo en la identidad nacional? Ni si quiera se respetan las investiduras. No hemos logrado trabajar unidos en un mismo propósito, deslindamos toda la responsabilidad de lo que pasa en el país a quienes nos dirigen y al mismo tiempo desconfiamos y nos burlamos con frecuencia de ellos. Y nos refugiamos en aquel verano glorioso, mientras vivimos un invierno de descontento. Y tal vez lo peor es que ni siquiera reparamos en que la verdadera identidad nacional, es la que construye cada quién, desde su propia vida.

Decía Manuel González Prada, un pensador y poeta peruano que: «La vida pública se reduce a la prolongación de la vida privada, como la sociedad se reduce también al ensanchamiento de la familia, y nadie, por más agudeza de ingenio que tenga, puede señalar dónde acaba o dónde empieza la publicidad de un acto. Con uniforme oficial o traje casero, en el sillón de la oficina o en el sofá del dormitorio, el hombre conserva su identidad y vive la misma vida. El criminal es tan criminal en su casa como en la plazuela, la hiena es tan hiena en la jaula como en el desierto.»

Orgullosa identidad nacional, consolidada por cada uno para formar un todo, sin eso, nada hay que festejar.

Somos lo que hemos leído y esta es, palabra de lector.

Escrito por: Alberto Boardman

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