JAVIER GUERRERO, ¿REBELIÓN O DISCIPLINA?

11 septiembre 2015
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olveraJAVIER GUERRERO, ¿REBELIÓN O DISCIPLINA?

RUBÉN OLVERA MARINES

Javier Guerrero se asemeja a una de esas botellas finas que por años (o sexenios) atesoramos celosamente: intuimos que al retirar el corcho degustaremos de un buen vino, pero al final preferimos dejarla para una mejor ocasión.

Para nadie es un secreto que, desde dos sexenios atrás, Guerrero tiene la mira puesta en la gubernatura de Coahuila. Su “vencida”, dicen los analistas, podría presentarse en 2017. Sin embargo, por distintas circunstancias, la ocasión se le ha negado al de San Pedro de las Colonias.

Presiento que no es por falta de trayectoria. ¿Capacidad? Cuando formó parte del gabinete estatal, el gobernador Rubén Moreira lo ponderaba como “un gran funcionario”. Tampoco es la ausencia de relaciones políticas o la carencia de apoyos nacionales, de hecho, rumbo al 2017, eso podría destacarse como una de sus principales fortalezas. Entonces, ¿por qué el PRI coahuilense ha preferido posponer la apertura de lo que parece ser un destacado vino lagunero?

En el 2005, tras dejar buenas cuentas a su paso por la secretaría de Finanzas y después de proyectarse a nivel nacional cuando acompañó a Beatriz Paredes en la fórmula que contendió frente a  Roberto Madrazo por la presidencia nacional del PRI, Guerrero compitió en la interna por la candidatura a gobernador, sin embargo, en aquel tiempo, topó con una pared tal alta como el cerro que flanquea el poniente de Saltillo: Humberto Moreira.

Enfrentar al favorito fue considerada, en aquel 2005, como una discreta rebeldía, la cual le redituó un 19% de los sufragios, en una interna dominada por la poderosa estructura del profesor Moreira. También pagó facturas, una  diputación federal difícil de ganar en 2006 y el refugio con su amiga Beatriz Paredes en el CEN del PRI; pero en Coahuila, nada de nada.

Antes, en 2002, acompañando a la hoy embajadora de México en Brasil, el sanpetrino enfrentó a la avasalladora dupla Madrazo-Gordillo, cuando por primera vez en su historia el PRI abrió la competencia para renovar su dirigencia nacional. La derrota se antojaba predecible, no obstante,  la rebeldía de Guerrero lo posicionó en la palestra de la política nacional.

Ya en el gobierno de Rubén Moreira, el político lagunero de nuevo se reveló. Ocupando el cargo de secretario de Fomento Económico, apenas inició la administración de Enrique Peña, aceptó la invitación de Rosario Robles para ocupar una subsecretaría en Sedesol. En la búsqueda del objetivo superior (construirse una posible candidatura en su estado), eligió asegurar objetivos intermedios: ganó presencia nacional, estrechó su relación con el Presidente, brilló como operador en el estado de Guerrero y obtuvo una diputación federal. Sin embargo, en Coahuila, prácticamente desapareció.

A Javier Guerrero se le considera como el político con mayor experiencia de entre quienes aspiran a convertirse en el próximo gobernador de Coahuila. No sólo han sido los años, también la diversidad en los cargos que ha ocupado. ¿Quién podría negar que tenga los méritos suficientes? Pocos. Sin embargo, los muchos que opinan a su favor, no lo imaginan como el futuro candidato. “Les agrada el vino, pero prefieren dejarlo para después”.

Sin problema has confirmado que la estrategia del diputado federal lagunero es compleja. Interesante para los analistas, pero arriesgada para quien la practica; llamémosle “rebeldía moderada”. No confronta las instituciones pero, en ocasiones, desafía (moderadamente) a los “favoritos”.

¿Consideras que en Coahuila, con un escenario cargado hacia los institucionales,  la estrategia moderada de Javier Guerrero podría salir avante? Difícil. ¿Qué le queda entonces? Tomar la decisión más importante de su carrera política. ¿Qué le recomendarías para que esa selecta botella de vino se descorche por fin? ¿Entrega total o franca rebeldía?

¿Será que de nueva cuenta se moverá en la búsqueda de un objetivo intermedio, una senaduría, por ejemplo?

Su Opinión: [email protected]

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