Una tormenta azotó el pasado domingo la región de Petra, en el sur de Jordania, provocando fuertes inundaciones que transformaron el paisaje del histórico enclave en un torrente de agua y lodo. Imágenes difundidas por diferentes medios y redes sociales mostraron cómo las corrientes descendían con violencia por los desfiladeros del sitio arqueológico, arrastrando piedras, ramas y basura, y convirtiendo senderos turísticos en cauces intransitables.

Algunos visitantes captaron el momento exacto en que el agua comenzaba a invadir el Siq, la estrecha garganta de acceso a la ciudad nabatea. El impacto de la lluvia torrencial obligó a evacuar con urgencia a unos 1.800 turistas.

Las autoridades jordanas activaron de inmediato sus protocolos de emergencia, suspendiendo las visitas y cerrando el lugar hasta nuevo aviso. La previsión meteorológica ya había advertido de posibles tormentas, pero la rapidez e intensidad de la crecida sorprendió tanto a guías como a visitantes, muchos de los cuales se refugiaron en zonas elevadas del complejo arqueológico.

Pocas horas después, las autoridades confirmaron la muerte de dos turistas belgas en la zona de Shobak, también afectada por la crecida. Los cuerpos fueron hallados tras una intensa operación de búsqueda en condiciones meteorológicas adversas.