Esta tumba, ubicada en Isla Mujeres, es la representación de un amor no correspondido que ensombreció la vida de este hombre que se dedicaba al comercio de esclavos.
Isla Mujeres es una isla paradisíaca ubicada en el Mar Caribe, frente a la península de Yucatán, al sureste de México, frente a Cancún. Combina la belleza natural con una rica historia y amplia gama de actividades para todos los gustos.
Uno de estos atractivos turísticos se encuentra en el cementerio municipal, donde se encuentra la tumba del pirata Fermín Mundaca y Marechega.
Las frases que tiene grabadas y la historia que cuentan los locales han cautivado a los cientos de personas que visitan el lugar.
La trágica historia de amor del pirata y la doncella
Mundaca y Marechaga es una figura emblemática en la cultura de Isla Mujeres. Fidel Villanueva Madrid, el cronista de la ciudad, relata que este “pirata”, involucrado en la trata de personas tras su llegada a la isla poco antes de 1856, nació en 1825 en la provincia de Vizcaya, España.
Aunque tenía estudios de arquitectura, navegación y se presentaba como piloto náutico, en realidad se dedicaba a la trata de personas, lo que le valío el apodo de “pirata”. Mundaca es la imagen icónica de los piratas de la época y es el referente del mausoleo ubicado en el cementerio.
El cronista describe a Mundaca como un pirata atípico. A diferencia de los que surcaban los mares en busca de tesoros, Mundaca se dedicaba a la venta de esclavos, una forma de piratería sumamente lucrativa en su época. Se cree que emigró en una oleada de migrantes que llegaron a Cuba en 1845. Fue en ese país donde se involucró en el comercio de personas, trasladando personas desde África hacia América.
Sin embargo, con la firma de tratados internacionales contra la esclavitud, Mundaca se vio obligado a cambiar de estrategia. Abandonó la ruta transatlántica y llegó a Isla Mujeres, donde encontró una nueva fuente de ingresos en el tráfico de nativos mayas.
La relevancia de este personaje reside en su trágica historia de amor, pues se cree que se enamoró de una joven isleña a la que triplicaba la edad, conocida como “la trigueña”.
“Ella nunca lo aceptó porque para ella ya era un viejo, ella tenía 14 años y él 50″, menciona el cronista. Fermín escribió en la tumba que lo recibiría en su muerte ‘como tú eres, yo fui; como soy, luego serás’, como una forma de decirle a la joven que un día sería vieja.
Aún con las ansias de ser enterrado en ese lugar, Fermín murió fuera de la isla en 1882. Algunas versiones apuntan a que fue llevado enfermo a Yucatán, donde finalmente falleció, mientras que otras sostienen que fue trasladado a La Habana, ya que en ese momento era más rápido llegar hasta allí.
El legado del pirata y el misterioso tesoro
La tumba en el cementerio no fue el único legado de Mundaca en la isla. También dejó una hacienda, construida entre 1862 y 1876, que se extiende por casi el 40% de la isla y que él nombró Vista Alegre, destacada por sus detalles arquitectónicos únicos.
La hacienda, que era colorida y tiene arcos y flores exóticas de la India, no lograron que la joven aceptara al pirata como esposo.
De su obsesión por esta joven, en lo que fue presumiblemente un amor no correspondido, ha surgido la versión de que el pirata no murió de cólera, sino de amor.
Alrededor de la tumba vacía de Mundaca han surgido numerosas historias que sugieren la existencia de un tesoro oculto. Estos relatos han alimentado la curiosidad y el interés de visitantes y locales, quienes especulan sobre la posible riqueza que el pirata pudo haber dejado en la isla.
La atmósfera misteriosa que rodea el mausoleo se ve intensificada por las leyendas de botines escondidos. Sin embargo, el cronista confirma un hecho concreto que añade una capa adicional de misterio: a un costado del mausoleo se encontró un caracol rosado cuidadosamente envuelto en hilo negro.
El significado de este curioso hallazgo permanece desconocido, pero su presencia ha generado diversas interpretaciones y teorías entre quienes visitan la tumba. Este objeto singular, junto con las historias del tesoro, contribuye a mantener vivo el enigma que rodea la figura de Fermín Mundaca y su legado en Isla Mujeres.