Desde finales del año pasado, México desplazó a China para convertirse nuevamente en el principal socio comercial de la economía más grande del mundo: Estados Unidos de América. Dentro de nuestro país, Coahuila se encuentra en segundo lugar como mayor entidad federativa exportadora, muy cerca ya de Chihuahua y seguida por Nuevo León.
Sin duda los esfuerzos que realizan estados como Coahuila para brindar seguridad pública, educación técnica especializada, infraestructura adecuada, paz laboral, servicios públicos de calidad, estado de derecho funcional y una política industrial local efectiva están logrando atraer inversiones extranjeras, principalmente asiáticas.
Independientemente de las afectaciones que recibe la planta exportadora ante una moneda sobrevaluada debido a una tasa de interés muy alta, veo algunos riesgos para ésta en el futuro próximo y con miras a la revisión del T-MEC en el 2026.
El primero tiene que ver con la elección presidencial en EUA. Es tradición que los candidatos en pugna señalen a México como el culpable del desempleo que pudiera haber en aquel país y dirijan contra nosotros sus propuestas nacionalistas que resultan ser muy rentables en épocas electorales.
Regularmente la atención se dirige a la política migratoria, pero ahora creo que habrá un ingrediente adicional: la política comercial. Tan solo en mayo exportamos a nuestro vecino del norte la cifra récord de casi 44 mil millones de dólares, mientras solo importamos poco más de 29 mil millones. Este desbalance creciente en la balanza comercial podría ser un eje de ataque venidero.
El segundo, que va de la mano del primero, es el famoso “nearshoring” que tanto está beneficiando a nuestro país. Algunos legisladores y políticos norteamericanos perciben que los chinos, y algunos otros países asiáticos, están logrando burlar el bloqueo comercial impuesto contra ellos usando a México como trampolín.
Y el tercero se relaciona con algunas de las reformas propuestas por el gobierno federal. A nuestro vecino del norte no le gusta que se busque debilitar a las instituciones que regulan al poder ejecutivo ni que se corra el riesgo de vulnerar al poder judicial.
Por eso es importante que como país estemos trabajando ya en una agenda para la revisión del T-MEC en 2026, cuidando de no violar ninguno de los acuerdos ni compromisos ahí suscritos, como los contenidos nacionales. Es momento que los tres poderes federales, los gobiernos estatales y los ciudadanos en general actuemos con responsabilidad para cuidar a nuestra planta exportadora, esa que se perfila ya como el motor del crecimiento de nuestro país.