En lo más alto de la cumbre de Totatiche, llegando por el norte, existe desde hace mas de sesenta años un árbol de guamúchil, que dicho sea de paso, en las barrancas de Jalisco produce una fruta muy sabrosa y cuando su carne es de color rojo le llaman lolitos.
Al pie de ese guamúchil varias personas han sido testigos de visiones
horrorosas que incluso a uno de mis compadres lo mantuvo postrado en cama por más de seis meses. Lo que miró allí en una negra noche en la que regresa- ba del pueblo a su hogar por el rumbo de Balcones fue: a veces un perro de regular tamaño junto al tronco, en otras ocasiones una especie de ataúd y en otras algo deforme pero siempre de color negro.
En la ocasión que el compadre se asustó, desde antes de llegar, la bes- tia que cabalgaba se negaba a pasar, sin embargo le apretó las espuelas y una vez que pasaron frente del citado árbol, se desbocó el macho y a punto estu- vo de lanzarlo al suelo, no sin antes volver a la montura, ya que lo había desprendido hacia un lado al darse la sacada para un lado cuando empareja- ron al guamúchil.