DOMINGO DE LEYENDA: Calavera que habló a fraile

15 septiembre 2024
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La colonización de grupos indígenas en todo el territorio de México, arrojó miles de muertes, debido a que los frailes que acompañaban a los conquistadores, en muchos de los casos fueron crueles con los pobladores.

Pero no en todos los casos se registraron ataques contra los indios, quienes se negaban a recibir la palabra de Dios, pues según relatos históricos, existió un fraile quien se internaba en la sierras de Coahuila, con la intención de vivir en los pueblos indígenas.

Según una de las leyendas en torno a este personaje, el fray Juan Larios fue uno de los colonizadores de nuestro estado, a quien se le atribuye la fundación de Nuestra Señora de Guadalupe de la Nueva Extremadura, hoy Monclova en el año de 1674.

En su búsqueda para colonizar a los pueblos indios, este se internó en la serranía, en donde sufrió una experiencia fuera de lo normal.

Largas caminatas fue lo que el fray realizaba sin cargar recipientes de agua, por lo que buscaba manantiales naturales en donde poder calmar su sed, sin perder la atención a los alrededores, pues eran comunes los ataques por parte de los indios quienes habían acumulado un odio en contra de los invasores.

Según la leyenda, en uno de los descansos escuchó el lamento de una persona, la cual suplicaba para ser liberado de un encantamiento que impedía que pudiera continuar con su camino.

Desconcertado por lo que escuchaba, el Fray Juan Larios se fue guiando por los llantos desesperados, pues alrededor no se observaba ninguna persona, por lo que llegó a pensar que se trataba de una trampa que los indios le preparaban para poder atacarlo.

Guiado por su fe a Dios, éste decidió averiguar lo ocurrido hasta llegar al esqueleto de un ser humano, el cual se encontraba semi enterrado debajo de unos matorrales.

Este aparentaba haber sido asesinado por los colonizadores, pues la cabeza había sido desprendida de su cuerpo, por lo que el clérigo decidió darle una sepultura correcta y con el ritual apropiado de la iglesia católica.

Tras desenterrar el cuerpo, este cavó una nueva fosa con mayor profundidad y tras ponerse de rodillas, este se preparaba para realizar una plegaria, sin imaginar que una voz lo llamaría nuevamente.

El temor invadió su cuerpo, pues pensaba que los indios estaban próximos o que tal vez algún demonio pretendía apoderarse de su alma, así que apretó sus ojos y trató de continuar con sus oraciones, pero la voz comenzó a suplicarle que le pusiera atención.

Enrome fue su sorpresa al ver que la calavera era la que le hablaba, por lo que decidió enfrentar a lo que aparentaba ser el espíritu de un demonio que atacaba la fe del clérigo.

El fray no estaba dispuesto a perder contra un espíritu pero las suplicas terminaron por doblarlo y decidió prestar atención al mensaje que tenía para él.

La calavera pertenecía a uno de los jefes de las tribus indias y este había encabezado decenas de ataques contra los colonizadores, así como contra rivales indígenas para apoderarse sus riquezas.

Al conocer sobre la llegada de los españoles en tierras coahuilenses, este preparó uno de los ataques más feroces, sin imaginar que esta sería su última batalla.

Una espada terminó por arráncale la cabeza y su cuerpo terminó en medio de los matorrales, siendo devorado por animales carroñeros y al paso de los años, sus restos terminaron semi enterrados en un territorio desconocido.

Antes de fallecer, este había escuchado rumores sobre las enseñanzas que algunos españoles daban a los indios, quienes dejaban atrás a sus Dioses paganos y adoptaban la fe católica para buscar el camino hacia el cielo.

Debido al castigo que había sufrido por su maldad, su alma estaba destinada a vagar por la tierra y únicamente con el bautismo, podría descansar en paz.

Enorme fue la sorpresa del Fray Juan Larios al escuchar como la calavera le suplicaba que realizara el solemne acto del bautismo, ritual que nunca se había hecho en una persona sin vida, pero las suplicas terminaron por enternecerlo.

El fraile regresó al arroyo en donde horas antes había tomado un descanso y bebido de las entonces aguas puras, cargando en todo momento el cráneo del indio rebelde.

Al encontrarse frente a las aguas, este levantó una plegaria al cielo y sumergió el cráneo en el agua, escuchando un suspiro para después observar la calavera que aún tenía en sus manos y percatarse de que se encontraba inmóvil.

Tras cumplir con la voluntad del jefe indio, el clérigo se dirigió nuevamente hasta donde se encontraban los restos mortales del indio y procedió a darle cristiana sepultura, colocando una cruz atrás de la cabeza.

Dicho relato fue predicado por Juan Larios tras haber construido la iglesia de la Purísima, de la cual solo queda uno de sus muros y su relato fue contado por sus feligreses quienes al paso de los siglos, terminaron por convertirla en una leyenda de Monclova.

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