Delfines muertos y finanzas hundidas en Cancún

4 diciembre 2025
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El colapso de Dolphin Discovery, un imperio turístico, revela los riesgos de crecer sin control financiero en una industria que enfrenta crecientes costos, regulaciones y un cambio de era.

A tan solo 40 minutos en ferry desde Cancún está el acuario al aire libre de Dolphin Discovery, un lugar en Isla Mujeres que se promociona como un imán para fotos vacacionales de Instagram con paquetes que permiten a padres e hijos nadar con mamíferos inteligentes y juguetones en las aguas turquesa del Caribe. Su marketing exhibe una tienda de regalos llena de souvenirs marinos como peluches de delfín, camisetas y llaveros en todos los tamaños y colores. También muestra a los visitantes disfrutando de la alberca, el bar y el buffet ilimitado mientras esperan su turno para las actividades.

Lo que difícilmente aparecerá en las fotos y los anuncios son los animales muertos. Al menos siete delfines y otros mamíferos marinos han fallecido en el último año en los parques administrados por Dolphin Capital Co., con sede en Cancún. Las muertes ocurrieron en medio de una crisis administrativa provocada por el creciente endeudamiento y una costosa expansión de la empresa hacia EU. La compañía es dueña del recinto en Isla Mujeres y de decenas de atracciones similares en ocho países.

Con la expansión, la compañía enfrentó grandes costos de reparación, explica Grey Stafford, consultor de la industria y expresidente de la Asociación Internacional de Entrenadores de Animales Marinos. “Si no tenían un plan para reconstruir estas instalaciones, entonces la culpa es suya”, dice. “Esto no era un secreto”.

En el parque que la compañía opera en Panama City, Florida, un delfín de 14 años, llamado Jett, murió por lesiones en la cabeza la primavera pasada. Fue uno de tres delfines que fallecieron ahí en el último año. Según documentos judiciales, Jett murió mientras actuaba en agua tan sucia que probablemente redujo su visibilidad, lo que provocó que se golpeara contra el fondo poco profundo durante un espectáculo. En mayo, Samira, un delfín hembra, murió en el mismo parque tras tragar pedazos de concreto desprendidos de una alberca con mal mantenimiento, de acuerdo con un reporte federal. Este verano, inspectores en México revelaron que un manatí y un león marino habían muerto en otro parque de Dolphin Discovery, ubicado en Puerto Aventuras, al sur de Cancún.

La empresa fue fundada en 1994 en Isla Mujeres con solo cuatro delfines. Años después, sumó dos parques similares en la zona y, en 1999, el abogado Eduardo Albor asumió el control, añadiendo progresivamente más atracciones en el Caribe y México. El crecimiento se disparó en 2015, cuando la empresa compró sedes en Italia, Argentina y Florida, expandiéndose a 30 parques, casi 300 delfines, decenas de otros animales marinos y 2 mil 600 empleados. Pero en el proceso, Albor acumuló más de 225 millones de dólares en deuda corporativa, según registros judiciales.

Trabajadores, quienes pidieron no ser identificados por no estar autorizados a hablar con la prensa, describen un ambiente caótico bajo la gestión de Albor. Cuentan que el nombre de la empresa en sus recibos de pago cambiaba cada mes, y que los parques tenían dificultades para adquirir insumos básicos, como los químicos para las albercas, debido a que los proveedores no recibían pagos. Algunos de los parques adquiridos presentaban graves deficiencias en bienestar animal, que Albor prometió resolver, aunque nunca cumplió, según los expedientes judiciales. Un trabajador señaló que la compañía ya ha tenido que cerrar varios parques y que persiste la incertidumbre sobre cuál podría ser el próximo. Atribuyó las pérdidas a la manera en que Albor manejó las inversiones del grupo.

El año pasado, los acreedores Prudential Financial Inc. y Cigna Group buscaron tomar el control de Dolphin Capital y nombraron nuevos administradores, que colocaron la empresa bajo supervisión de un tribunal de bancarrota. El 11 de abril, el nuevo equipo entró al edificio corporativo en Cancún, propiedad personal de Albor, y cambió las cerraduras, con apoyo de la policía local y guardias privados. En respuesta, Albor llamó al fiscal de Cancún, quien ordenó a la policía estatal ayudarlo a recuperar el control, según sus abogados. A la mañana siguiente, llegó con una veintena de hombres armados y tomó el edificio.

La jueza de bancarrota de EU, Laurie Silverstein, dictaminó que los nuevos administradores, y no Albor, debían dirigir los parques. Pero el ejecutivo destituido compró terminales de cobro en un Costco de Cancún y las usó para desviar los ingresos de boletaje hacia aliados que aún trabajaban en la empresa, argumentando que era la única forma de evitar la interrupción del negocio. El conflicto paralizó a los empleados, que no sabían quién era realmente su patrón. Uno de ellos dijo que el truco de las terminales duró tres meses antes de ser descubierto y señaló que Albor le había pagado a un grupo de colaboradores leales para que hicieran el cambio en las máquinas de cobro de los parques. La nueva administración y los prestamistas declinaron hacer comentarios.

En el centro de la disputa están los delfines, manatíes y leones marinos. Los animales, que atrajeron a 3.5 millones de visitantes y generaron 159 millones de dólares en ingresos en 2023, son parte del colateral que los acreedores estadounidenses buscan vender para recuperar los pagos pendientes de Albor. En un traslado realizado el año pasado, la compañía envió cuatro delfines al Georgia Aquarium, en Atlanta, como parte de un acuerdo de reproducción. Los gerentes afirmaron que su valor total era de 1.8 millones de dólares, aunque podrían venderse por menos, según documentos judiciales. En octubre,la empresa anunció que vendería un par de delfines nariz de botella a un parque en los Cayos de Florida por 500 mil dólares.

Sin embargo, los acreedores podrían enfrentar dificultades para vender más ejemplares. México prohibió en 2006 la importación y exportación de delfines, por lo que los que se encuentran en el país deberán permanecer ahí.

Además, con la industria en declive en todo el continente y gobiernos que endurecen regulaciones, la demanda se ha desplomado. Un parque cerca de las cataratas del Niágara ha dicho que podría sacrificar a decenas de ballenas porque no puede costear su mantenimiento y tiene prohibido venderlas a un comprador chino. La mayor parte del crecimiento de la industria se ha dado en Asia. China, por ejemplo, tiene más de 100 atracciones con temática oceánica, casi el triple que en 2015, según la Alianza de Cetáceos de China, un grupo activista.

Albor atribuye los problemas financieros a la pandemia de Covid-19, que paralizó la economía global cuando los gobiernos ordenaron a la gente quedarse en casa. “Estábamos preparados para tener el mejor año de la empresa en 2020”, declaró en una audiencia de bancarrota en Delaware, donde se lleva el caso. “Cerramos todo el negocio en un solo día”. Después de la pandemia, Albor continuó su expansión y adquirió varias sedes, entre ellas el Miami Seaquarium, uno de los parques para mamíferos marinos más antiguos y más problemáticos de Estados Unidos. El parque, inaugurado en 1954, se encuentra en un terreno frente al mar de 38 hectáreas, propiedad del condado de Miami-Dade.

Para 2022, cuando Albor pagó 15 millones de dólares por el sitio, ya requería reparaciones urgentes en el estadio, los sistemas de filtración de agua y diversos hábitats para animales, según consta en los registros judiciales. El contrato de arrendamiento obligaba a realizar estas reparaciones, pero “casi de inmediato comenzaron a surgir reportes negativos”, señaló el condado en una querella.

Poco después de que Albor se hiciera cargo del Seaquarium, los reguladores estadounidenses detectaron que el personal había reducido la ración de alimento de algunos animales sin consultar al veterinario. Un delfín nariz de botella llamado Cobalt perdió 47 kilos, el 17 por ciento de su peso corporal, en cuatro meses porque los entrenadores redujeron las porciones para que tuviera más hambre (y, por lo tanto, fuera más obediente) durante los espectáculos, según un informe del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) del año 2022.

El animal llegó a estar tan delgado que se le marcaban las costillas y comenzó a “morder suavemente” a los visitantes y entrenadores, un comportamiento que, aunque no causó daño, alarmó a varios inspectores.

Más adelante, los reguladores encontraron una capa de desechos en la alberca donde vivía un delfínde cinco años llamado Elelo, y los veterinarios extrajeron de su estómago una brida plástica y un trozo de concreto.

El condado intentó cancelar el contrato de renta del Seaquarium debido a problemas estructurales e infracciones de sanidad animal.

El año pasado,Albor respondió que la empresa había invertido más de 2 millones de dólares en el cuidado de los animales y más de un millón en mejoras, por lo que debía mantener la concesión al ser la única entidad con licencia para atender a esos ejemplares.

El 17 de octubre, los nuevos administradores obtuvieron autorización judicial para vender el contrato de arrendamiento a un desarrollador que planea construir una marina, diversas tiendas, restaurantes y un acuario más pequeño, sin delfines.

En una zona de edificios de baja altura en Cancún, la antigua sede de Dolphin Capital luce vacía. Solo unos cuantos volantes y calcomanías descoloridas en la banqueta recuerdan su pasado marino. Registros judiciales indican que el nuevo equipo directivo ha retomado el control y las operaciones se han estabilizado, según un gerente del parque. La nueva administración preveía subastar algunos activos en México en noviembre.

Aun así, algunos activistas temen que las soluciones financieras dejen de lado a los animales. “Nos preocupa que las empresas intenten evadir sus obligaciones mediante declaraciones de quiebra. En el marco concursal se deben considerar como prioridad la manutención, cuidado y reubicación de los ejemplares marinos ya que la mayoría de estos no son aptos para una reinserción en la vida silvestre”, según el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA).

Las autoridades mexicanas están poniendo atención al caso. La senadora Mayuli Martínez aseguró que va a pedir a las autoridades ambientales que garanticen el bienestar de los animales.“Sabemos que cuando hay problemas económicos los inversionistas intentan recuperar sus inversiones, pero el bienestar de los animales es nuestra prioridad”, dijo la senadora en una entrevista telefónica.

Los nuevos propietarios cargan con el peso de una marca y de un modelo de negocio que ha sido blanco de luchas de activistas por décadas.

En agosto, uno de los parques de Dolphin Discovery en Cancún cerró de forma repentina, y los trabajadores dijeron que fueron transferidos a otro sitio sin previo aviso.

Para Mariel Bravo, directora en México de Empty the Tanks, un grupo organizado que busca cerrar este tipo de atracciones, la noticia es positiva, sobre todo si el cierre es definitivo.

“Queremos que esta generación de delfines en cautiverio sea la última”, dice, “para que puedan retirarse con dignidad”.

—Con información de Jonathan Randles vía Elfinanciero

https://www.elfinanciero.com.mx/bloomberg-businessweek/2025/12/04/delfines-muertos-y-finanzas-hundidas-en-cancun/

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