Repensar el desarrollo más allá del nearshoring en América Latina
La idea de que el nearshoring es la mejor apuesta productiva en América Latina y el Caribe cobró fuerza a raíz de la pandemia. En algunos países, el concepto de “relocalización” se considera un nuevo “modelo de desarrollo” que puede hacer realidad las añejas promesas de progreso.
El nearshoring se ha vuelto tan importante entre autoridades y empresarios que ha eclipsado prácticamente todas las demás estrategias locales dirigidas a impulsar el crecimiento y crear empleos. Es como si otras vías de desarrollo se hubieran cerrado por completo.
Sin embargo, a medida que las inversiones fluyen hacia la región, hay evidencia de que persisten serios rezagos sociales y productivos. Esto ocurre tres décadas después de ampliar la liberalización comercial e intensificar la atracción de industrias extranjeras.
Muchos analistas incluso sostienen que estas políticas han tenido un impacto modesto en el crecimiento y el bienestar. ¿Por qué tendría que ser diferente con el nearshoring?
Sin políticas industriales internas que impulsen la industria nacional o que condicionen a la inversión extranjera, seguirán aumentando los problemas de desigualdad, baja productividad, limitado avance tecnológico, lento crecimiento y deterioro ambiental, sin importar cuánta inversión se haga.
En este marco, el Gobierno de México y el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF) organizaron recientemente un seminario internacional titulado «Repensar el desarrollo de América Latina y el Caribe desde México».
Teniendo en cuenta las tendencias emergentes en la economía global, los temas discutidos enfatizaron la necesidad de una reflexión más profunda desde diversos puntos de vista. No se trata de restringir las fronteras o frenar las inversiones extranjeras, sino de ofrecer soluciones adaptadas a las necesidades locales y desarrollar nuevas políticas industriales.
Destaca la presentación de Gerardo Esquivel, economista del Colegio de México, señalando que es fundamental una nueva política de desarrollo productivo, como la sugerida por la CEPAL.
En este enfoque, destacó Esquivel, la política pública debe ir más allá del énfasis convencional en el sector industrial manufacturero (típicamente asociado con las exportaciones y el nearshoring) para incluir la agricultura y los servicios, promover la diversificación productiva, facilitar los vínculos entre PYMES y las multinacionales y generar mayor valor agregado en la industria nacional.
Otros panelistas sugirieron que un examen más detallado de la estructura de la inversión extranjera revelaría una concentración en el ensamblaje de componentes. En cambio, es en los países inversionistas donde realmente se desarrolla la ingeniería, los elementos tecnológicos y todos los procesos de mayor valor agregado.
Esta perspectiva me recuerda la noción de que el nearshoring podría significar un nuevo tipo de «extractivismo», un concepto que inicialmente pensé que estaba obsoleto. Sin embargo, a juzgar por las discusiones en este seminario, puede que en realidad tenga más vigencia de lo que pensaba.
Pero ahora, el talento humano y los recursos vitales también son explotados, pues las multinacionales absorben la mano de obra calificada y los recursos hídricos y energéticos de los países beneficiados por estos capitales.
Sin duda, este seminario abre el debate sobre los desafíos que plantea el nuevo contexto global y su impacto en el desarrollo productivo, el medio ambiente y el bienestar de la población.