AVISO DE CURVA Rubén Olvera

21 junio 2024
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¿Es México más democrático desde el 2 de junio?

El electorado mexicano ha vuelto a otorgar a Morena y su coalición la Presidencia de la República y una amplia mayoría legislativa para gobernar. Esta decisión ciudadana tiene implicaciones importantes para el futuro de la vida pública y la gobernanza democrática en el país. 

El fuerte apoyo entre los votantes es una clara indicación del respaldo a esta línea política y a sus candidatos. Quizás ni siquiera sea necesario realizar consultas ciudadanas para validar el rumbo del Gobierno, especialmente al implementar reformas y medidas administrativas propuestas directamente por Claudia Sheinbaum y Morena en campaña. 

Sin embargo, después de ganar dos elecciones presidenciales por amplios márgenes, es hora de considerar si México realmente ha consolidado su democracia con la 4T. Es cierto que cada votante y ciudadano puede tener su propia perspectiva, así que adoptemos el método socrático y formulemos algunas preguntas. 

¿El nuevo régimen ha erradicado, o está en proceso de erradicar, los defectos democráticos del país de la era del partido-único? ¿En verdad ya no existe aquel sistema, retratado acertadamente por Enrique Krauze como una nación plagada de agravios no resueltos y una democracia con adjetivos? 

¿Es posible que se haya descubierto un remedio milagroso que alivia todos los males causados por decisiones autoritarias de otros tiempos? ¿Podemos decir con confianza que las crisis económicas, la desigualdad, la arrogancia y la influencia abrumadora de las élites financieras sobre la autoridad gubernamental son ahora cosas del pasado? 

¿Se ha transformado nuestra democracia actual, alguna vez caracterizada por evidentes privilegios, en una forma de gobierno armoniosa, igualitaria, justa y efectiva, sin distinción entre ricos y pobres, que recuerda los ideales imaginados por Sócrates, Platón y Aristóteles en la antigua Grecia, como lo describe José Saramago?

En 2004, Saramago planteó algunas dudas sobre la eficacia de las democracias y el carácter esperanzador de las elecciones. El escritor afirmó que el acto de votar, que a menudo se intercambia por promesas de campaña, no garantiza el ejercicio responsable del poder. Lo anterior se puede leer en su artículo titulado ¿Qué es exactamente la democracia?

En algunos casos, no es extraño que el optimismo sobre la democracia disminuya a medida que los políticos utilizan la legitimidad que les otorgan las elecciones para perseguir objetivos que claramente se apartan de los principios democráticos y la legalidad. 

Surgen situaciones más graves cuando los votos emitidos resultan insuficientes para contrarrestar la influencia del poder económico sobre las instituciones estatales, lo que tiene consecuencias adversas para todos los aspectos de la vida democrática de un país.

La perspectiva de José Saramago queda más clara cuando afirma que la consecución de la democracia no reside únicamente en las elecciones. Lo que realmente importa es vigilar cómo se ejerce el poder en beneficio del bienestar general de la población, independientemente de las etiquetas políticas, ya sean “progresistas”, “conservadores” o “socialdemócratas”.     

A diferencia de Saramago, mantengo una actitud más optimista sobre el sistema democrático.

Creo que México dará pasos significativos para construir una democracia que trascienda tabúes, agravios y adjetivos. 

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