Dicen que los buenos amores potencian nuestro lado luminoso y los amores complejos acrecientan nuestro lado oscuro. Seguramente al leer estas líneas el lector recordará a ese amigo, familiar o simplemente conocido que en pareja se transformó en una mejor versión, pero también otro que tuvo una conexión autodestructiva y que nos hizo comprender sin necesidad de explicación el dicho “mejor solo que mal acompañado”.
En el último rubro, el de amores tumultuosos, se encuentra la historia que vivieron Whitney Houston y Bobby Brown. La pareja se conoció en 1989 en los premios Soul Train. Como relata la revista Vanity Fair, su primer encuentro fue, literalmente, un golpe casual. “Le pegué en la cabeza. Yo estaba hablando con unos amigos, los Winans, que estaban sentados detrás de él. Yo los abrazaba y golpeaba a Bobby en la cabeza. Y Robyn, mi asistente ejecutiva, se da la vuelta y me dice: ‘Deja de golpear a Bobby en la cabeza. No creo que le guste’. Lo miré, se dio la vuelta con esa frialdad que tenía y le dije: ‘Bobby, lo siento mucho’. Él dijo: ‘Está bien’. Y así fue”. Después de ese primer encuentro -o encontronazo- Whitney lo invitó a la fiesta de su 26 cumpleaños. Él le pidió que la acompañe a un concierto. La relación comenzó, se veía venir la felicidad, llegaría la tragedia.
Cuando se conocieron no eran dos ilustres desconocidos ni siquiera dos aspirantes a estrella. Gracias a su álbum Don’t be cruel, Brown era el artista más vendido del momento. Había acrecentado en varios ceros su cuenta bancaria, lo que le permitió darse algunos gustos como aumentar su colección de Rolls Royce y comprar una mansión en Atlanta por 2,2 millones de dólares.
A Whitney tampoco le iba mal. En 1985, con 22 años, su álbum Whitney Houston la convirtió en el debut más exitoso en ventas de un intérprete solista. Dos años después ya había logrado meter siete de sus temas como número uno en Estados Unidos. Pese a su éxito, en la comunidad afroamericana la artista era resistida. “Cuando salí por primera vez, los afroamericanos sintieron ‘nos pertenece’”, reflexionaba. “Y de repente llegó el gran éxito y sintieron que ya no era de ellos, que no estaba a su alcance. Parecía que me estaba haciendo más accesible para los blancos, pero no era así”. En algunos “paladares duros”, Whitney era percibida como un producto de marketing, una versión edulcorada y amistosa que tranquilizaba pero no representaba a su comunidad ni a sus problemas.
Bobby, en cambio, llenaba todos los casilleros del estereotipo de “chico malo”. No había cumplido diez años cuando ya tenía una banda llamada Rythm and Blues New Edition. Con el grupo alcanzó varios éxitos pero los expulsaron por abuso de drogas y “comportamiento lascivo en el escenario”. Se lanzó en solitario y en 1988 su segundo álbum vendió 12 millones de copias. Todos estaban fascinados con ese músico que contaba que de adolescente le metieron un tiro en la rodilla por intentar seducir a una chica con novio, a los 23 ya tenía tres hijos y un affaire con Janet Jackson y otro con Madonna.
Al comenzar su romance parecía que ambos potenciarían sus carreras con un amor indestructible. Él le daba a ella cierto toque guarro y ella a él le daba un toque de glamour. Alguna alarma sonó cuando se supo que Kim Ward, madre del segundo hijo del cantante, quedó embarazada de Brown al mismo tiempo que él se comprometía con Whitney.
El 18 de julio de 1992 la pareja se casaba. Se los veía radiantes y espectaculares. Ella vestía un vestido de encaje francés de 40 mil dólares y un casquete que marcó tendencia. 800 invitados asistieron a la fiesta, entre ellos Gloria Estefan y Donald Trump. Pese a la fastuosidad de la boda los rumores arreciaban. Se decía que ella era gay, algo que la novia negaba, y que él era adicto al crack, lo que el novio desmentía. Cierto o no, en un momento, Brown se encerró en el baño porque según dijo estaba asustado porque no sabía si Houston lo amaba o no. Temor extraño viniendo de alguien que no negaba su condición de seductor serial y que cantaba que “conseguir chicas es mi forma de vivir”.
Años después, él revelaría que el día de su boda fue la primera vez que vio a Whitney consumir cocaína. Según contó en una entrevista en ABC News, la encontró “encorvada sobre una mesa aspirando una raya de cocaína”. Según su versión, ante su sorpresa, su futura esposa le ofreció de la sustancia, pero él se negó y ella justificó su consumo porque se encontraba “nerviosa”.
En 1991, Whitney filmó El guardaespaldas junto a Kevin Costner e hizo de “I will always love you” uno de los clásicos románticos del siglo. El éxito la arropaba pero sus adicciones se empezaban a notar. En 1994 llegó dos horas tarde a la gala de la Casa Blanca en la que tenía que participar. Poco después, sufrió una sobredosis durante el rodaje de Esperando un respiro. Más tarde le confesaría a Oprah Winfrey en una famosa entrevista que su dependencia de las sustancias había escalado después del nacimiento de su única hija, Bobbi Kristina, en 1993 (tras perder un embarazo en la filmación de El guardaespaldas): “Pasaba los días y las noches drogándome con Bobby, mirando televisión. Estuve siete meses sin sacarme el pijama…”.
En 1996, para el lanzamiento de La mujer del predicador, con Denzel Washington, tomaba cocaína todos los días. Por entonces, Bobby fue a la cárcel por manejar alcoholizado. En el 97, de vacaciones en la isla de Capri, los paparazzi la fotografiaron con una venda en la cara a la salida de un hospital, donde le dieron dos puntos en la mejilla. Whitney dijo que se cortó al chocar con una roca mientras nadaba, pero su representante dio otra versión. Los medios entendieron que había sido golpeada por Brown. Años después y ya divorciada, admitió que Bobby Brown le pegó en una ocasión pero que él “recibió tres golpes míos”. Años después él diría que única vez que le pegó fue en un momento en que “estaba literalmente luchando por mantenerme sobrio”.
La espiral autodestructiva no terminaba. En 1999, Houston canceló cinco conciertos. En 2000 a la pareja le encontraron marihuana en el aeropuerto de Hawai, lograron subir al avión antes de que llegara la policía. En marzo de ese año, Houston iba a cantar “Somewhere over the rainbow” en los Oscars, pero en el ensayo se mostró desorientada y no logró acordarse de la letra, por lo que la eliminaron de la programación. El estado de Bobby no era tampoco el mejor. La esperaba en la primera fila, alcoholizado. Meses después Brown pasaba 65 días en la cárcel por violar su libertad condicional tras la condena por conducir ebrio en 1996.
En el 2002, en una entrevista entre bizarra y patética con Diane Sawyer, periodista de la cadena de tevé ABC News, la cantante admitió que consumía cocaína y marihuana pero no crack. “Dejemos algo en claro: el crack es barato. Gano demasiado dinero como para consumir crack. Eso nunca”, fue su explicación.
En el 2004, Bobby Brown fue condenado a 90 días de prisión por no pagar durante meses la manutención de los hijos de su anterior matrimonio. Whitney entró en una clínica de rehabilitación por primera vez para someterse a un programa de desintoxicación pero se fue a los cinco días.
Los problemas que ambos tenían con la bebida y los estupefacientes convirtieron la cotidianeidad en un pequeño infierno. “Los últimos años que pasamos juntos fueron terribles. O estábamos los dos tratando de salir juntos del atolladero, o uno de nosotros se encontraba mal y tenía que dedicarse por completo a recuperarse. Nunca hubo un momento de normalidad”, reconoció Brown en la entrevista en ABC pero además narró otra situación estremecedora. “Whitney solía encerrarse en una habitación durante horas para consumir todo tipo de sustancias mientras que Bobbi, siendo un bebé, estaba en el cuarto de al lado con la niñera dándole de comer. El caso es que yo siempre traté de que nunca nos viera haciendo esas cosas, pero la verdad es que no fuimos buenos padres, deberíamos haber sido mejores padres con ella”.
A las adicciones de ambos, las detenciones de Brown, se le sumó el rumor nunca disipado sobre la orientación sexual de Whitney. “No soy lesbiana. Soy madre, esposa, hija, lesbiana no soy. Ese título no me pertenece”, respondía ella. Lo que no era un rumor eran las infidelidades del marido, algo que él mismo reconocería. “Las mujeres siempre te echan encima. Solo soy humano, así que a veces mordía el anzuelo y cometía errores. Dejaba que la testosterona se hiciese cargo”.
Los escándalos crecían a la par que sus carreras se hundían. En el año 2005 intentaron reflotarlas con lo que resultó un salvavidas de plomo: Being Bobby Brown, un reality protagonizado por ambos. Él mostraba su personalidad egocéntrica y ella dejaba una imagen decadente. Discutían ante las cámaras dejando claro que no solo no había amor, tampoco existía el respeto. Whitney contaría que aceptó hacer el reality porque amaba a su marido y “hacía cualquier cosa que me pidiera porque yo era su mujer”. Sin embargo, se negó a salir en la segunda temporada e impidió que se editara en DVD.
En septiembre de 2006 la pareja se separó. El divorcio se hizo efectivo el 24 de abril de 2007. No se necesitó recurrir al eufemismo de “diferencias irreconciliables” para justificar la decisión. La propia Houston calificó su relación con Brown de “emocionalmente abusiva” y admitió que “Bobby era mi droga. Yo no podía hacer nada sin él. No me drogaba por mí misma, lo hacíamos juntos. Fuimos compañeros”.
Después del divorcio, decidida a recuperar su carrera, Houston se mudó con su hija a California, y volvió a comprometerse con la rehabilitación. Parecía que poco a poco retomaba las riendas de su vida. Dos días después de ensayar para la fiesta de los Premios Grammy 2012 la encontraron boca abajo en la bañadera del hotel. Intentaron reanimarla durante 20 minutos. No funcionó. Había cumplido 48 años.
Meses antes del fallecimiento de su exmujer, Brown se volvió a casar. Dio el sí con Alicia Etheredge, su mánager y amiga de toda la vida, con quien ya tenía un hijo de tres años. Para su boda, el novio lució un traje rojo y unas zapatillas, y su hijo vistió igual.
El 31 de enero de 2015, Bobbi Kristina fue encontrada inconsciente en la bañera de su casa, en una escena tan calcada del final de su madre que provocó una mezcla de dolor y espanto. Después de pasar seis meses hospitalizada y en coma, falleció el 26 de julio, con solo 22 años. fue enterrada en Nueva Jersey al lado de su madre. En el 2018, Bobby Brown anunció que construiría un albergue para víctimas de violencia doméstica en honor a su hija, llamado Bobbi Kristina Serenity House. “Nuestra familia vive con el dolor cad día de perder a mi bella hija Bobbi Kristina, por violencia doméstica”.
Cuando falleció Whitney, Kevin Costner aseguró: “Ahora hay una mujer en el cielo haciendo que Dios se pregunte cómo es que creó algo tan perfecto”. Quizá también se pregunte por qué si el amor tiene se pensó como Paraíso, a veces se convierte en semejante infierno.