Algo que vale la pena contar: “Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”

17 abril 2015
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boardman“Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”. Eduardo Galeano.

Érase una vez que al principio todo fue memoria. La historia era despachada por narradores y bardos que recitaban sus voces pobladas de crónicas en torno de una hoguera.

Luego vino el grafema y prolongó la existencia del relato a través de la palabra escrita. Cronistas, copistas y escribanos, imprimieron letra a letra nuestros pasos por el mundo.

Y la retención personal se fue muriendo, cediendo espacio a la memoria de papel.

Y entonces nacieron los escritores. Plumas grandes que durante siglos pequeños fueron amontonando el conocimiento. Sin importar el orden habitual trazaron pasado, presente y futuro. Todo pasaba antes o después entre la tinta y el cálamo: ciencia, arte, economía, religión, cultura, guerra, vida, sal y sangre.

Después llegó otra época.

El automóvil, el televisor, el vídeo, la computadora personal, el teléfono celular y demás contraseñas de la felicidad, máquinas nacidas para «ganar tiempo» o para «pasar el tiempo», se apoderan del tiempo. Eduardo Galeano.

Y los escritores fueron muriendo. Y sus espacios desocupados se fueron quedando vacíos. Fantasmas aprisionados entre las tapas de libros condenados a museos y mausoleos.

Han estado partiendo los últimos y nadie ocupa sus lugares. ¿Hace cuánto que no estrenamos una corriente literaria importante? Y lo que es peor, ¿A cuántos literalmente les importa?

Dejamos de aprender cómo “mirar” (latín mirari / admirarse) y nos limitamos sólo a “ver” como simple capacidad física. Vemos todo lo que miramos, pero no miramos todo lo que vemos.
“El recuerdo se asemeja a una cebolla que quisiera ser pelada para dejar al descubierto lo que, letra por letra, puede leerse en ella”. Günter Grass
Los tiempos dieron vuelta y la memoria de papel transmutó en un fichero virtual. Hoy leemos sólo para encontrar. Antes, la lectura nos encontraba.

Escritores y libros se arremolinan en una ráfaga que parte desde el polvo de la tierra hacia el todo del infinito.

Las venas abiertas dejaron de sangrar y el tambor de hojalata cesó su marcha.

Somos lo que hemos leído y esta es, palabra de lector.

Escrito por: Alberto Boardman

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Twitter @AlBoardman 

 

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