AVISO DE CURVA Rubén Olvera Marines

20 marzo 2020
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¿Por qué una desaceleración económica puede doler más a Coahuila?

El 2009 fue un pésimo año para la economía de Coahuila. La cifra del PIB registró una caída histórica del -12.8%, la más pronunciada de los 32 estados.  A pesar de la evidente crisis financiera iniciada en 2008 en los Estados Unidos, el gobernador en aquellos momentos, el profesor Humberto Moreira, tardó en implementar programas para limitar el daño económico en ese año. El desplome estatal, el doble que la debacle nacional cuyo PIB sufrió una caída del -6.5%, fue una clara señal de que la política económica local se quedó atrás de las circunstancias nacionales e internacionales.

En plena agitación de la economía mundial desatada por la aparición del Covid-19 y el hundimiento de los precios del petróleo, Coahuila ingresa nuevamente, como sucedió en el 2009, a una zona en la que tendrá que luchar para evitar que su economía caiga en ruina.

Las señales de una desaceleración global están a la vuelta de la esquina. Es probable que las grandes potencias reduzcan su demanda de bienes intermedios, de productos de consumo duradero y de materias primas necesarias para su planta productiva. México es un proveedor importante de los tres bienes, los cuales se producen en unidades productivas altamente generadoras de empleo.

Junto al desplome en los precios del petróleo, lo que a mediados de 2008 anunció la crisis fue la caída en los precios de las materias primas, entre ellas el acero. En este momento, si las economías de China y de los Estados Unidos se contraen y dejan de producir y fabricar bienes, la mesa para servir el derrumbe de los precios de las materias primas estará servida.

Por lo que, siendo Coahuila un estado que sustenta su desarrollo en las exportaciones de bienes finales (autos) e intermedios (componentes automotrices) y en la producción de materias primas como el acero y el carbón, se juzga oportuno que los funcionarios encargados de la política económica local entren en acción con al menos cuatro operaciones esenciales:

En primer término, se trata de inyectar o gestionar estímulos para la planta productiva local, principalmente para las micro y pequeñas empresas.

Posteriormente, se requiere fortalecer la promoción del estado para la atracción de nuevas inversiones, aprovechando la coyuntura que perfila un escenario en donde algunas industrias podrían estar valorando abandonar China o Europa para mudarse a Latinoamérica y, al mismo tiempo, la ratificación del ahora llamado T-MEC, establece las condiciones propicias para que Coahuila se muestre al mundo como un estado rentable para las inversiones.

La tercera maniobra se debe orientar hacia solucionar, de una vez por todas, en coordinación con las autoridades federales, las problemáticas del carbón en la Región Carbonífera y del acero en la Región Centro del estado. En torno al carbón, confluyen temas medioambientales, económicos, financieros e incluso políticos, situaciones que han impedido garantizar las compras del mineral por parte de la CFE. Empero, antes que todo, se encuentra el tema social que afecta a la mayor parte de los habitantes de aquella región, por lo que un repunte en ambas industrias, podría levantar el ánimo estatal.

Por último, el gobierno estatal y los municipales requieren de incrementar y adelantar la mayor cantidad de gasto público posible, principalmente el relacionado con la inversión en infraestructura, acción que parece imposible dada la cercanía de la veda electoral.

El segundo problema para Coahuila, tiene que ver con la economía mexicana. El 2019 arrojó datos decepcionantes de crecimiento nacional. Las circunstancias locales e internacionales, determinan que 2020 será un peor año para la economía. De hecho, esta semana, algunas instituciones financieras ya ubican a México al borde la crisis, pronosticando una caída del PIB hasta en un -4.0%.

Al recordar lo sucedido en 2009, cuando la caída del PIB de Coahuila multiplicó por dos el hundimiento nacional, este llamado a la acción para las autoridades estatales no debería desestimarse.

La pregunta es elemental: ¿funciona la política local para mitigar los efectos de una desaceleración mundial y nacional? En 2009, ningún estado fronterizo se salvó. En la mayoría de ellos, su PIB descendió alrededor del -10.0%. La caída en la economía de los Estados Unidos en un -2.8%, selló el destino de sus vecinos del sur. La diferencia estuvo en la resiliencia que cada entidad desarrolló al año siguiente para superar el desastre de 2009.

Salvando un poco (un poquito nada más) la reputación del profesor Humberto Moreira, te puedo decir que en el ‘rebote’ de los años siguientes, la economía de Coahuila fue la que más creció en todo el país, alcanzando cifras históricas del 14.4% en 2010 y del 8.9% en 2011.

¿Cómo lo hizo? Tal vez resulte pertinente desempolvar los informes de gobierno de aquellos años para saber los instrumentos de política que se implementaron después de la crisis para estimular la economía. Aunque de antemano te adelanto algo que no te va a gustar: fue precisamente en esos años cuando se disparó la deuda del estado.

Coahuila se encuentra lejos de entrar al escenario de 2009, lamentablemente el camino que trazan las circunstancias internacionales nos conduce hacia allá.

Los próximos meses pondrán a prueba al gobernador Miguel Riquelme, con una pequeña diferencia respecto a 2009: el estado no puede endeudarse más.

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