Un río secreto en Playa del Carmen.

Es un sistema de cuevas subterráneas en la Riviera Maya. Casi trece kilómetros de agua cristalina lo recorren, vigilados por un techo de impresionantes formaciones minerales.

El arco de piedra de Cabo San Lucas.

A este punto, en el que convergen el Océano Pacífico y el Mar de Cortés, se le llama «El fin del mundo» porque si desde aquí trazas una línea recta hacia el sur, la próxima masa de tierra es la Antártida. Se puede llegar en lancha desde la marina de Cabo San Lucas. Prepara la cámara, pues algunas tienen piso de cristal para admirar la fauna submarina y, sobre las rocas, es probable que te encuentres con colonias de leones marinos.

La majestuosidad de Barrancas del Cobre, en la Sierra Madre Occidental.

Este cañón le debe su nombre al color verde cobrizo de sus inmensas paredes. El mejor modo de admirar esta impresionante formación geológica es tomar el tren Chepe desde Chihuahua y hacer varias paradas.

Una larga caminata al cielo en Peña de Bernal.

Bernal es un pueblo pequeño en Querétaro, rodeado por una maravillosa ruta del vino, pero su principal atractivo es su peñasco. El tercer monolito más grande del mundo se puede admirar desde cualquier punto del pueblo y la vista desde su cima es insuperable.

Un palacio de formaciones minerales en las Grutas de Cacahuamilpa.

En la frontera entre Morelos y Guerrero te espera este recorrido subterráneo, tallado durante millones de años por la erosión de varios ríos. Es uno de los sistemas de cavernas más grandes del mundo, con noventa bóvedas de hasta cuarenta metros de alto y formaciones minerales que te harán reconsiderar tu lugar en el mundo.