La amargura y el placer de ser hija de Steve Jobs

3 septiembre 2018
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Que Steve Jobs fue muy duro con los que le rodeaban en Apple no es ningún secreto. Era el lado oscuro de una figura que despertó admiración y pasión. Su presencia resultaba electrizante en los escenarios cuando presentaba productos únicos que cambiaron la forma en que se vive ahora. Pero mientras el mundo se rendía ante la perfección de sus dispositivos electrónicos, su brillo ocultaba el trato despiadado que este icono dio a los que contribuyeron a realizar su sueño. Las memorias escritas por su hija Lisa Brennan-Jobs abren una nueva ventana que ayuda a entender el comportamiento antisocial de una persona desconcertante. En su libro, titulado Small Fry, relata lo cruel que llegó a ser padre con ella. Pero pese a la compleja relación que hubo entre ambos, la autora lo defiende y dice que lo ha perdonado. Justifica incluso su comportamiento con el argumento de que pretendía ser honesto y explica que quería inculcarle sus valores.

Brennan-Jobs, que tiene ahora 40 años, ha concedido una entrevista al The New York Times en la que expone cómo fue esa batalla entre la amargura y placer que sintió. Siempre evitó la publicidad de ser la hija de Jobs, de hecho, prácticamente no existen perfiles de ella. El libro, que sale a la venta este martes cuenta como ya moribundo le dijo que apestaba «a váter». «Me dijo la verdad», se justifica, en referencia a que el perfume que llevaba había caducado.

Steve Jobs tenía 23 años cuando nació Lisa. Durante años negó la paternidad a su primogénita y el sustento que necesitaba para criarse y educarse. Su madre, la artista Chrisann Brennan, tuvo que apañárselas con ayudas sociales. Y, por supuesto, nada de apoyo sentimental o afecto. Vanity Fair también publicó este verano un extracto del libro en el que refleja cómo Lisa Brennan-Jobs se sintió de niña. «Ahora veo que estábamos en una encrucijada», cuenta, «yo era una mancha en su espectacular ascenso, ya que nuestra historia no encajaba con la narrativa de grandeza y virtud que él quería para sí mismo». Brennan-Jobs entiende que su existencia arruinó la racha del emprendedor cuando comenzaba a despuntar, en un momento complejo para Apple. Pero para ella era lo opuesto. «Cuanto más cerca estaba de él, menos me avergonzaba. Me acercaba hacia la luz».

Jobs y Brennan se conocieron mientras estudiaban el bachillerato en Cupertino (California), donde creó Apple. Ella nació en una granja en Oregón. Uno de los primeros ordenadores que desarrolló se llamó precisamente Lisa pero no trató de relacionarlo con el nombre de su hija. Tampoco contribuyó a su manutención hasta que se vio forzado. Los vecinos le ayudaron a pagar sus estudios y en alguna ocasión la acogieron en sus casas preocupados por su situación.

Steve Jobs se casó con Lauren Powell Jobs. En las memorias recuerda como justificaban la actitud hacia ella diciendo que eran «simplemente personas frías». En una sesión de terapia familiar cuando vivía con ellos siendo adolescente confesó que se sentía sola y cómo esperaba a que le dieran las buenas noches. También describe cómo su padre la forzó a quedarse delante mientras se besaba y manoseaba gimiendo con su esposa. «Es importante que trates de formar parte de este momento familiar», le dijo.

Brennan-Jobs admite que tuvo miedo de su padre pero a la vez que sintió su amor como una descarga eléctrica. Y para darle un toque de humanidad, afirma que en realidad era un «torpe» en algunas situaciones. Observando la vida que tiene ahora con su esposo y la forma en la que este se relaciona con sus hijas, asegura que así es como le hubiera gustado ser a su padre: pendiente, sensible y vivaz.

Condena

Lisa Brennan-Jobs insiste que no quiere condenar a su padre y explica que con el relato busca aliviarse de la vergüenza que sintió de niña, recordando los episodios espontáneos y de júbilo como cuando apareció por sorpresa durante un viaje escolar a Japón. Jobs murió tras una batalla contra el cáncer. En el libro escribe que su progenitor le pidió perdón antes de fallecer por no haber pasado más tiempo con ella, por olvidarse de su cumpleaños y por no devolverle las llamadas.

El entorno familiar de Steve Jobs no ve igual esa convivencia y se limita a decir que leyeron el libro con «tristeza». El relato, señala su hermana Mona Simpson, «difiere dramáticamente» con los recuerdos que tenían. «El retrato no es el del marido y el padre que conocíamos», afirma, «la quería y se arrepintió de no haber sido el padre que debería haber sido en su infancia». Su viuda, Lauren Powell-Jobs también cargó contra la película dirigida por Aaron Sorkin, en la que presenta a la hija del cofundador de Apple como una heroína.

Lisa Brennan-Jobs empezó a trabajar en las memorias tras la muerte de Steve Jobs en octubre de 2011. Su madre defiende el contenido y el tono. «No está contando todo lo malo», señala en el artículo del Times. Asegura que su hija tenía exigencias muy extremas sobre qué significaba pertenecer a una familia y explica que no se sentía cómoda dejándola a solas con su padre. Lisa le prohibió verla durante un tiempo cuando de adolescente optó por vivir con él. «Sufrí leyéndolo», concluye.

Información de: El País

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