Un valioso cuadro napolitano pasa ochenta años escondido en Teruel

24 agosto 2018
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 Ennegrecido por el humo del incendio que sufrió la excolegiata Santa María de Mora de Rubielos (Teruel), el cuadro La educación de la virgen (1728), de Genaro Sarnelli, pasó desapercibido durante ocho décadas hasta que unos ojos expertos distinguieron una firma y la restauración desveló unos valiosos pigmentos y una singular iconografía.

Hay muy pocas obras atribuidas a este autor del barroco napolitano, que murió joven pero ya convertido en maestro, explican los expertos, y una de ellas es la que los investigadores Daniel Benito Goerlich, Senén González y Raúl Francisco Sebastián descubrieron en Mora de Rubielos, en la que utilizó lapislázuli y cochinilla.

El cuadro estaba colgado en una capilla lateral, y la oscuridad del entorno y de la propia obra no permitía adivinar siquiera lo que mostraba

El cuadro, que ahora puede verse restaurado en el mismo templo, estaba colgado en una capilla lateral, y la oscuridad del entorno y de la propia obra no permitía adivinar siquiera lo que mostraba el cuadro. Al descolgarlo un día vieron la rúbrica del autor italiano y atisbaron que se trataba de una obra casi única. Corría el año 2013 y Daniel Benito, catedrático de Historia del Arte valenciano cuyos orígenes familiares son de Mora, llevó el lienzo al Laboratorio de Arte de la facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Valencia.

Allí llegó a manos de María Gómez, profesora de la Universidad de Valencia y experta en pinturas quemadas, a quien pidió que recuperara esta obra de «rarísima calidad» como ella la califica, no solo por la destreza del maestro, sino también porque utiliza lapislázuli para el azul del manto de la virgen niña o cochinilla para el rojo de una manga. «Son dos pigmentos que sitúan la obra en una calidad altísima», señala a Efe, algo que se explica pensando que sería encargada por alguna alta autoridad española en Nápoles, cuando este era un dominio español.

A Mora de Rubielos llegó, según la investigación de Raúl Francisco Sebastián y Aurelio Pérez, a través de un fraile de la vecina localidad de Cabra de Mora, fray Miguel Vicente Abad Zapater, que había estado unos años en esta región italiana. El destino final de la obra en el templo responde a una donación del fraile, según este mismo estudio.

No es el primer trabajo que realiza para el templo esta experta en recuperar pinturas quemadas

Del cuadro, Gómez también destaca lo especial de la iconografía, puesto que aparece la virgen niña con sus padres, Santa Ana y San Joaquín, pero es la madre la que enseña a leer a su hija, destaca Gómez. Cuando el cuadro llegó a manos de la restauradora estaba ennegrecido por el humo del incendio que sufrió el templo y los pigmentos también afectados en algunas zonas que presentaban ampollas.

No es el primer trabajo que realiza para el templo esta experta en recuperar pinturas quemadas, y que ha trabajado en la restauración de obras de la catedral de Valencia y ha investigado sobre las obras de Villanueva de Sijena (Huesca) reclamadas a Cataluña.

Es el caso de un Cristo de casi dos metros cuyas piezas llegaron hasta la restauradora en un gran bolsa de basura, para volver bajo sus manos a recuperar la forma original y que también puede disfrutarse ahora en la excolegiata.

Información de: La vanguardia.com

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