ROSA MEXICANO Ni Obama tuvo un fin de semana como el mío

2 abril 2018
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Hace como cien años

Empezó esta historia

 

La dichosa palapa

Cobijó esa noche

(Con melodía de El Rey)

Comer y comer, comer y comer

Voy con mi hacha

La historia empezó hace como cien años cuando un día equis, (porque las cosas que acaban convirtiéndose en importantes siempre se inician en un día equis)   se encontraron en esta parte del mundo, un Menchaca y un Herrera, o un Herrera y un Menchaca, el orden no importa cuando lo que prevalece es el afecto que nació en ese entonces par de muchachos, que a lo largo de los años le dieron  lustre, le dieron brillo a esa amistad y la trasmitieron cada uno a hijos y estos a nietos y ahí seguirá por los siglos venideros para demostrar que el afecto teje lazos tan fuertes  o quizá más, que los de la sangre.

Seguro que en donde estén, Don Polo Menchaca y Don  Manuel Herrera ven felices que esa amistad la cultiven ahora sus bisnietas Maria y Fernanda que ya se quieren como ellos, que como hermanos se procuraron y quisieron.

Y fuimos llegando a La Vega, unos antes otros después pero la noche del jueves ahí estábamos todos: Telva y Sari, Nando y Mirza, Tato y Mircita, Juan Carlos y Sara y los críos de las dos parejas, Poncho, Robe, sus lindas hijas Robertita y su  amiga Brenda Villalobos y  Sofí, la benjamina,  Chuy Flores y Norma su esposa, José Luis Salinas, Maria Elena, su freno de mano,  y Maricela de la Garza, linda mamá ella de Gerardo “Ito”, músico de excepción y acompañante en las giras internacionales y del país de Myrza Maldonado, embajadora ella de la música mexicana en el mundo.

En La Hacienda, Sara Alicia, el hermosote de Toñito, el segundo de los Alanís Herrera un adolescente tan guapo como Manuel, el primogénito y varios amigos.

Para no variar porque el apapacho, el buen trato es el distintivo de la casa, fuimos espléndidamente tratados por las anfitrionas y ellas asistidas por Doña Martha, Doña Bertha y Aby y en el exterior por Don Lencho, encargado como cada año de acomodar los coches de los invitados, en temporada alta, como sucede siempre en estas fechas…

Y aunque el irigote que se armaba con la llegada de cada quien subía de tono, lo mejor estaba por venir..

Esperábamos como niños en Nochebuena, el regalo de la visita de Tanito Menchaca, de Lulucita su esposa, de Sergio Espinoza y Yolis Menchaca, esposos ellos y de sus hijos y nietos, respectivamente,  el doctor que canta, Sergio Espinoza Menchaca y de la linda Maria Espinoza Menchaca.

Y así como nosotros los aguardábamos con ansias verdaderas de verlos, saludarlos, abrazarlos, en Lamadrid, Tanito cada minuto quería salir por fin de casa, subir a la camioneta y tomar carretera para llegar a La Vega.

Llegó a reclamar la “tardanza” de las mujeres en arreglarse para salir a La Vega… Todo estriba en que es difícil agarrarle el paso a Tanito, corredor de caballos en aquellos años, “cazador” de corridos de caballos, cantador de corridos de caballos, experto en preparar barbacoa, menudo, fritada, patagorría, chicharrones  y desde luego, la especialidad de la casa: el borrego al ataúd…

Y que llegan Los Menchaca a su casa de La Vega, la casa de Los Herrera y que empieza el jolgorio. Los hombres a bajar de la aquella camionetota creo que Lobo de doble cabina, el ataúd con el borrego, la hielera con un lechonsito que empezó por quedarse sin lonja porque esta se convirtió en chicharrones, hielo, tortillas de harina, de maíz, harina para panes de maíz, total, pura comedera.

Las chicas a la cocina a preparar mas comida, mas salsas. La Maldonado luciéndose con su especialidad, las pastas, y Yolis aguas de sabores ricas en fibras y salsa para el borrego con la receta secreta..

Y aunque había trabajo para dar, prestar y regalar, otro grupo de féminas en el chalazo total, cobijadas por la sombra de los nogales y premiadas con un delicioso aire que impedía el acercamiento de los bichos. Y las mecedoras, a duro y dale…

El comedor del jardín donde funcionan un horno de leña y enorme parrilla a todo lo que da, y en la cocina, las chicas entretenidas en el espagueti, las salsas y las aguas frescas….

Por allá la jarrilla (no las conocía, ni siquiera la palabra, pero se parecen a los casos, solo que de acero) con los chicharrones en proceso de cocción.  Y que van saliendo…Divinos con todo y que estaban hirviendo,  y en tortilla de harina, de plano  manjar del cielo.

Y entre taco y taco, a cantar…El doctor que canta abrió con Mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmatalas y le siguió Tanito con El Tío Juan y a cantar todos..

El sábado llego Mandín, primogénito de Tanito y Lulú con Paty, su compañera de vida y un amigo de ambos.

Y así nos la pasamos, comíamos, cantábamos y platicábamos. Nando, que conoce la historia de la familia Herrera recordó a quien seguramente fue la primera mujer Herrera empoderada.

Por cierto en este punto vale la pena comentar que no son pocas las chicas suponen  que ser empoderada significa tener un señor de billetes cumpliendo los caprichos de ropa, zapatos, perfumes y accesorios caros y ellas vivir en el gym y el spa.

Nada limonada, eso no es ser mujer empoderada…

Mujer empoderada es la que no depende de nadie, la que se sostiene a si misma y tiene capacidad para dar a otros, la que es feliz por quiere y merece serlo y es independiente  para lograrlo.

Así era la Tía Mena que vivió en una majada y convirtió aquel peladero en un vergel donde producía sus propias hortalizas y comía de sus gallinas, de su vaca, de sus chivas y caminaba descalza unos 8 kilómetros para llegar a la casa de La Vega y llevar huevos en una cubeta, en otra vegetales y en una canasta que llevaba en la cabeza, lo que no cupo en las cubetas.

De regreso ya iba de gane: mi tío Manuel la llevaba en un expres jalado por un caballo. Delgada en extremo, la Tia Mena debe haber muerto ya ancianita (haciendo cuentas, como de 60 años, muchísimos para entonces)..

Cada tia, cada tio,  de aquellos entonces, dejó bellísimas historias de vida que Sarita y Nando narran tan bien y eso permite conocer a familiares que ya no existen pero que siguen viviendo en nosotros.

Nos llevó mas de una hora despedirnos todos de todos, y hasta repetimos en una segunda vuelta. Cada uno  dejamos La Vega agradeciendo a Papá Dios este re-encuentro tan esperado desde Diciembre, cuando nos vimos en Monclova…

Reiterándonos el cariño y esperar desde ese mismo instante la próxima reunión en  Mayo, salimos de la casa.

Yo tomé carretera a Saltillo convencida de que este, mi fin de semana,  ni Obama lo tuvo.

O que me desmienta!

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