Con frecuencia Coahuila recibe piropos por su economía y seguridad. Pero en los últimos años, le surgió un defecto: fenómenos como la drogadicción, violencia intrafamiliar y el alcoholismo, ponen en riesgo el tejido social. Padecimientos como la diabetes, la obesidad y el sedentarismo, prenden alarmas en la salud pública del estado.

En las áreas urbanas se percibe progreso, crecimiento, empleo. La verdad sea dicha, Coahuila es un estado competitivo, exportador, industrial. Pero mientras ganamos mercado, perdemos sociedad.

Cada vez es más frecuente que en las calles, hogares, escuelas, centros de salud, se observen accidentes fatales, sucesos de violencia intrafamiliar, niños y jóvenes con sobrepeso, pacientes con diabetes, jóvenes con problemas de adicción y alcoholismo, abandono escolar y embarazos en adolescentes.  Todo un manojo de nuevos y complejos problemas sociales, producto tal vez de la modernidad, el descuido o el cambio en los patrones culturales y comportamentales de los coahuilenses.

Conozcamos los nuevos patrones para dimensionar el problema. Por ejemplo, los accidentes automovilísticos fatales, producto del alcohol, la velocidad o descuidos al volante, crecen cada día, al grado que, en los últimos dos años, los accidentes de tránsito provocaron más pérdidas humanas que las acaecidas producto de la violencia con armas de fuego. Por cada muerte a consecuencia de las balas, fallecen dos personas en un percance vial.

Las malas notas también salpican a la familia. El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública reporta que de 2015 a 2017 las denuncias por violencia intrafamiliar pasaron de 2, 154 a 8, 443. Un crecimiento cercano al 300 por ciento, ¡en tan sólo dos años!

Ahí están las cifras, el deterioro, la descomposición. ¿Más? Veamos.  A finales de 2017 se presentó la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco (ENCODAT) 2016-2017, coordinada por la Comisión Nacional contra las Adicciones. Pongamos atención: de 2008 al 2016, el consumo de drogas pasó de un 3.6 a un 11.4 por ciento de entre la población de 12 a 65 años de edad. ¡Salvo Colima, Coahuila se distinguió como el estado donde más creció el uso de enervantes!

¿Estás convencido del problema social al que nos enfrentamos o le seguimos? Midámonos: si tu familia se compone de tres hijos, uno de ellos tiene amplias posibilidades de sufrir problemas de sobrepeso, incluso de ser obeso.  De acuerdo a las cifras del Registro Nacional de Peso y Talla que implementa el Gobierno Federal, en 2016, 3 de cada 10 niños coahuilenses de entre 5 y 11 años registraron sobrepeso u obesidad. Coahuila ocupa el sexto lugar nacional.

La “verdad” del desarrollo social de Coahuila es preocupante. Podría continuar diciéndote que somos uno de los estados con mayor incidencia de diabetes, que estamos a la cabeza en embarazos de adolescentes, que los suicidios no se detienen, por lo que escalamos posiciones en este mal. No, no se trata de contar. Para esclarecer el punto, bastaría con un ejemplo: un joven que escapa por la puerta falsa, una joven que deja la escuela secundaria por un embarazo prematuro, un grupo de jóvenes que fallecen por un accidente automovilístico después de haber ingerido alcohol, un niño de ocho años al que le inyectan insulina para controlar sus niveles de azúcar.

Es cierto, las problemáticas descritas no son exclusivas de Coahuila. Son realidades que acosan al orbe, con mayor incidencia en América Latina. No obstante, para el caso de Coahuila, diversos públicos, entre ellos, líderes sociales, legisladores, periodistas, médicos, trabajadores sociales y organizaciones de la sociedad civil, desde hace tiempo nos advierten: “En todas partes se cuecen habas; pero en Coahuila, a la luz de las cifras presentadas, ya están quemadas”. Primer aviso.

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