LAS TRES VIDAS DE LOS INDEPENDIENTES RUBÉN OLVERA MARINES

3 noviembre 2017
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olvera123

Desde aquí envío un abrazo y mis condolencias a Alberto Boardman, amigo y compañero de pluma, así como a toda su familia, por la irreparable pérdida de su hermano. Q.E.P.D.

Fracturaron al sistema político, avivados por la desconfianza que envuelve a los partidos y por las expectativas anidadas en los electores de que nada, a su llegada al poder, volvería a ser lo mismo.

Iniciaron su travesía, o más bien, dieron fin a la monarquía de los partidos políticos, cuando en 2015 El Bronco ganó contundentemente la gubernatura de Nuevo León, culminando con décadas de gobiernos emanados de los partidos.

También vale la pena recordar a Pedro Kumamoto que en ese mismo año sorprendió al sistema de partidos en Jalisco, cuando con escasos recursos y sin más instrumentos que las redes sociales, ganó un distrito local en esa entidad. Del mismo modo, Manuel Clouthier obtuvo el triunfo como diputado federal en Sinaloa.

Las experiencias de Nuevo León, Jalisco, entre otros estados, fueron claves para que en 2016 medio millar de ciudadanos se animaran a recorrer las calles para recolectar las firmas requeridas y aparecer en las boletas electorales como candidatos independientes. Aspirantes a gobernadores, diputados y alcaldes, presumían ser portadores de una nueva forma de hacer política, rodeada por un aureola ciudadana,  alejada de la partidocracia y de sus intereses “políticos”.

La primera existencia de los independientes se consumió en ese mismo año, cuando los electores de las entidades en donde hubo elecciones, incluyendo 12 gubernaturas, prefirieron, en su gran mayoría, ratificar con su voto a los partidos. Los triunfos de los independientes fueron escasos y aislados.  Las figuras ciudadanas, empresarios, académicos, líderes sociales o ex militantes de los partidos, enfundados con la casaca independiente, adolecieron de competitividad frente a las estructuras y el arraigo histórico de los partidos en el mercado electoral.

En 2017, la historia se repite. Entre otros cargos, tres gubernaturas en juego, mismas en las que se registraron candidatos independientes. En ninguno de los casos estuvieron cerca de ganar.

La euforia de 2015 se esfumó. De lo cientos de cargos que se han disputado, son pocos los candidatos independientes que han participado, y menos los que han ganado.

La segunda vida de los independientes se agota junto al ejercicio de gobierno. De los 18 independientes ganadores hasta hoy, llama la atención El Bronco, que sin bancada, sin partido, sin ayuntamientos y sin medios a su favor, ha logrado mantener la estabilidad del gobierno, con el reto de calibrar mayores transformaciones que reflejen la razón por la que los votantes le dieron la espalda a los partidos.

Preocupación hecha de que una cosa es ganar una elección encabezado un movimiento que articúlele el malestar ciudadano hacia el sistema de partidos y otra que el guion tenga que cambiar cuando se enfrenta la realidad de gobernar o legislar en un país con enormes rezagos y escasos recursos para hacerles frente.

A dos años de sus referidos triunfos, tres de las principales figuras independientes, Jaime Rodríguez El Bronco, Pedro Kumamoto y Manuel Clouthier, someterán a la prueba de los votos sus respectivas gestiones. Hay que recordar que el auténtico supuesto de la democracia en un ambiente con escasa identidad partidista, es que los ciudadanos premiarán o castigarán con su voto, el desempeño de los funcionarios que eligieron. Siendo desde luego las elecciones de 2018 y su precedente, la recolección de firmas, el electrocardiógrafo para medir los latidos de la segunda vida de los independientes: su capacidad de gobernar, sin bancada y sin partido.

Llegamos pues a la última vida de los independientes. En la hipótesis de que consumieron las dos existencias anteriores, la participación en 2018 de aspirantes sin partido al cargo más visible en términos electorales del país, la Presidencia de la República, se presenta como la última oportunidad para legitimar al movimiento y posicionar a estas figuras políticas como auténticas alternativas de cambio.

Probablemente no se trata de ganar, sino de trascender al disimulo y sí en cambio abrazar al decoro. ¿A qué me refiero? A que comienza a esparcirse el rumor de que algunos de los aspirantes independientes a la Presidencia, podrían haber sido “impulsados” y “engrandecidos” por cierto partido para que jueguen un papel de comparsas durante el proceso electoral.

En su tercera vida, los independientes gozan de cabal salud. No obstante, al no haber otra oportunidad más, cualquier contagio del virus que consume a los partidos, la desconfianza ciudadana, podría resultar fatal.

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