México muestra a EE UU sus “errores” en la renegociación del TLC

12 octubre 2017
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México trata de hacer ver a Estados Unidos su “error” de recurrir a soluciones comerciales “del pasado” en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC). El centenar de negociadores mexicanos que participa, desde este miércoles, en la cuarta ronda de conversaciones para modernizar el mayor pacto comercial del mundo ha llegado a Washington con un objetivo claro: convencer a sus pares estadounidenses de que las propuestas que la Administración Trump ha dejado caer recientemente —cuotas nacionales y no solo regionales de insumos para la industria automotriz; eliminación del capítulo de resolución de controversias o la terminación automática del tratado a cinco años vista si los tres países no convienen lo contrario— son “inaceptables” y nocivas para Canadá y México y, sobre todo, para los propios EE UU.

“Parece que su intención es poner encima de la mesa varias bombas nucleares, como si quisieran dinamitar el tratado”, subraya una alta fuente mexicana implicada en las negociaciones. La labor pedagógica viene precedida por una serie polémicas propuestas filtradas en las últimas semanas por el Gobierno estadounidense que han embarrado el terreno de juego y han tensado aún más la cuerda de la negociación. “Sin duda es el momento más crítico desde que empezamos a hablar. Es el primer gran punto de quiebre”, agregan desde el lado mexicano. A las filtraciones se suma el sempiterno ruido externo procedente de la Casa Blanca: en los últimos días, Donald Trump ha insistido en la posibilidad de que su país abandone el TLC —que sigue tildando de “injusto”— si México y Canadá no acatan sus tesis. Este miércoles, el magnate republicano ha ido un paso más allá al sugerir un acuerdo bilateral solo con Canadá si fracasa el tratado firmado en 1994.

La opción de que México se levante de la mesa en los próximos días si sus pares estadounidenses despliegan formalmente sus ideas más polémicas —una posibilidad que ha ganado enteros en las últimas fechas y que muchos expertos ven plausible a la vista del órdago de Washington— es todavía lejana. Sería, dicen en la Ciudad de México, ponerle en bandeja a Trump la salida del tratado. Y ese es el escenario que se quiere evitar a toda costa. “Aunque, a la vista de algunas propuestas deslizadas recientemente, el TLC se convertiría en un tratado anti libre comercio. Para eso quizá estaríamos mejor en un esquema OMC [el esquema que rige para todos los intercambios entre países que no tienen firmado un tratado de libre cambio]”. A finales de agosto, el titular de Economía mexicano, Ildefonso Guajardo, admitió que su país trabaja en un “plan alternativo” por si las negociaciones del tratado acaban finalmente descarrilando y subrayó que México no estará en la mesa diálogo “a cualquier precio”.

Las tres primeras rondas negociadoras, celebradas en Washington, la Ciudad de México y Ottawa han estado marcadas por la ausencia de propuestas formales por parte de EE UU. Este factor ha despertado importantes críticas –en privado– de los negociadores mexicanos y canadienses, que no entienden a qué se debe este retraso en la presentación de ideas para renegociar el pacto comercial. Más aún cuando la apertura del diálogo fue a petición, única y exclusiva, de la Administración Trump. Pero esta falta de propuestas tocará a su fin en esta cuarta ronda: la delegación estadounidense prepara una batería de propuestas que amenazan con no dejar títere con cabeza.

La industria automotriz será el escenario de una de las mayores batallas en los próximos días. Todo apunta a que EE UU propondrá un aumento del porcentaje obligatorio de insumos procedentes de la región para la fabricación de un coche: pasaría del 62,5% hasta el 80% u 85%, algo inaceptable para México y Canadá. No es la única propuesta que levanta ampollas en sus socios: Washington también ha dejado caer que propondrá una cuota mínima de insumos estadounidenses y no solo norteamericanos, algo inexistente en cualquier tratado comercial del mundo, recuerdan los negociadores y el sector privado mexicano.

Fuera del sector automovilístico, los mayores escollos están en los capítulos de compras de Gobierno, de protección de inversiones y de resolución de controversias —para la reforma de este último, el Ejecutivo estadounidense sopesa retrotraerse a 60 años atrás e inspirarse en el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés) de 1947—. También en la posibilidad de que EE UU busque una cláusula que daría por terminado el TLC en cinco años si los tres países no acuerdan antes lo contrario. Este punto, que ya ha debatido internamente la Administración republicana, levanta enormes suspicacias en las delegaciones mexicana y canadiense. “Si algo da un tratado de libre comercio es certidumbre. Que te digan que un acuerdo que tardó tres años en ser negociado debe ser repensado íntegramente cada cinco años simplemente no tiene sentido: es una locura”, remata una alta fuente mexicana.

Información de: El País

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