Muere en Argentina la única condenada por corrupción del menemismo

25 septiembre 2017
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En 1989, cuando Carlos Menem la llamó para sumarse a su gobierno, María Julia Alsogaray tenía un apellido muy conocido y unos pocos bienes. El apellido lo heredó de su padre Álvaro Alsogaray, el más férreo defensor del liberalismo económico que fue alto funcionario de todos los gobiernos militares y civiles que siguieron al derrocamiento de Juan Domingo Perón en 1955. Los bienes los consiguió con su trabajo: un piso con cochera, dos autos de más de 10 años y unos pocos ahorros que se habían casi evaporado producto de la hiperinflación del gobierno de Raúl Alfonsín (1983-1989). Cuando dejó el poder en 1999, junto con Menem, su apellido tenía la misma carga simbólica de siempre, pero su patrimonio había alcanzado dimensiones prodigiosas: dos pisos y una casona en Recoleta -el barrio más caro de Buenos Aires-, un piso frente al Central Park de Nueva York, un Mercedes Benz, un todoterreno, cuentas bancarias en Argentina y Uruguay, una bóveda en Recoleta -el cementerio de los ricos-, y bienes de lujo como un pequeño bolígrafo valuado en 30.000 dólares. María Julia Alsogaray fue la cara más evidente de la corrupción que lastró el gobierno de Menem. Y pagó su lealtad con la cárcel.

Alsogaray murió el domingo de madrugada a los 74 años, afectada por un cáncer de páncreas. Pasó sus últimos años atendiendo las múltiples causas judiciales que acumuló en los años 90. Como esos personajes que fueron poderosos pero un día quedan solos en el descampado, la justicia no tuvo piedad con ella. Sucede que Alsogaray fue “menemista” pero nunca “peronista”. Se acercó al expresidente por sus ideas neoliberales, las mismas que cultivaba su padre Álvaro. Pero cuando Menem dejó la Casa Rosada, perdió la protección que este le prodigaba.

Fue así un blanco fácil, el personaje en el que los argentinos depositaron todos los males del menemismo. La obscenidad inocultable de su enriquecimiento no le dejó escapatoria. Fue condenada en 2004, 2013 y 2014 en tres juicios que en total sumaron 11 años de cárcel. Estuvo en total 22 meses en una prisión común y otros 18 meses con arresto domiciliario. Perdió su casona en Recoleta y tuvo que devolver casi un millón de dólares al fisco.

Menem eligió a Alsogaray para liderar la privatización de grandes empresas públicas, como la telefónica ENTEL o el gigante siderúrgico Somisa, vendido a la multinacional argentina Techint. Pero su cargo más recordado fue el de secretaria de Medio Ambiente. Alsogaray prometió limpiar el Riachuelo, el río más contaminado de Buenos Aires, en 1.000 días. Gastó 35 millones de dólares y el día que se cumplió el plazo todo estaba peor que antes. En julio de 1990, Alsogaray fue tapa de la revista Noticias con una foto que se convirtió en símbolo de la ostentación y la frivolidad que luego marcó a la política argentina de los 90. En ella se la mostraba semidesnuda, apenas cubierta con un tapado de piel, tras un titular que decía “Reina pero no gobierna: María Julia y su ‘romance’ con el presidente”, en momentos en que se decía que su relación con el Presidente excedía lo estrictamente profesional.

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En octubre del año pasado, un tribunal concedió a Alsogaray la libertad condicional. Pasó sus últimos días preparando la defensa de un nuevo juicio por corrupción, el noveno que enfrentó desde que se alejó el poder en 1999. Lejos quedaron los días en que la comparaban con Margaret Thatcher, la «Dama de Hierro». “Si es por lo que hizo, es un elogio”, solía decir.

información de: El País

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