Algo que vale la pena contar: “Toda dictadura, sea de un hombre o de un partido, desemboca en las dos formas predilectas de la esquizofrenia.

12 marzo 2016
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boardmanGeneralmente solemos asociar a los dictadores políticos, entre otras cosas, con largos períodos de ocupación en el poder. Pero los tiempos están cambiando. Hoy, tendríamos que reconsiderar el concepto, sobre todo en la forma. Culto a la personalidad, violencia, delirios de omnipotencia, narcisismo, autoritarismo, bipolaridad, paranoia, opresión. Ahí tenemos sólo algunas de las características de un liderazgo tipo dictador moderno. Dicen que los tiempos de crisis severas, vuelven frágiles a las democracias. Que las masas suelen dejarse llevar por la pasión desbocada del momento y entonces se dejan hipnotizar. Estos líderes dictatoriales manipulan, seducen, deslumbran, se imponen. Eso vuelve peligrosos estos tiempos.

Vargas Llosa decía en alguna ocasión que, “Se piensa que un hombre fuerte, un hombre de carácter, un hombre con pantalones, que aplique mano dura, puede ser mucho más eficaz que un sistema democrático para resolver los problemas. Desde los problemas económicos, hasta el terrorismo o el orden público. Pero es una aberración que no resiste ningún tipo de cotejo histórico, la historia nos demuestra que las dictaduras son mucho más ineficientes que las más ineficientes democracias, que dejan siempre una secuela terrible de corrupción”.

Tenemos entonces a un Donald Trump que a lo largo de toda su campaña política no ha dejado de encajar perfectamente en el perfil de dictador moderno. Imponiéndose a base de violencia, opulencia y radicalidad, a estas alturas ya consiguió 458 delegados de los 1,237 que necesita para convertirse en candidato republicano (y seguramente lo será). Paso a paso, ha avanzado con éxito valiéndose de la polémica para lograr primeras planas y cuadros principales en los medios de comunicación. Tan es así que en su última declaración incluso amagó a México con una guerra en el contexto de la creación de un muro fronterizo, “Cuando rejuvenezca a nuestras fuerzas armadas, México no querrá jugar a la guerra con nosotros”, clamó el interpelado.

Falta que gane la contienda, pero si acaso, la relación entre ambos países no resulta para nada prometedora. Que un Dios distinto al de la frase en los billetes de dólar nos guarde.

Somos lo que hemos leído y esta es, palabra de lector.

Escrito por: Alberto Boardman

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