En un mercado de motos donde poco o nada nos sorprende ya, ni siquiera los atrevidos prototipos que nunca llegan a nada, la KTM 1290 Super Duke R es como un puñetazo en la boca del estómago a todas esas marcas que ya lo tienen todo hecho y no arriesgan más de la cuenta para no perder ventas y siguen una línea continuísta que no les aparte de su imagen de marca.
Como si fuera un globo de agua que estalla a cámara lenta, poco a poco KTM va sacando de la manga modelos que llegan a nichos muy distintos y que antes no ocupaban, y al final terminan mojando todo a su paso. Cierto es que la Super Duke ya existió, pero la brecha entre aquel modelo y la nueva Super Duke R es como intentar saltar el Cañón del Colorado en triciclo.
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